CHAMPIONS
Lo que no se vio del Real Madrid-Arsenal: el menosprecio a Mbappé, la intimidación de Carvajal a Saka y un Ancelotti derrotado
El conjunto blanco nunca estuvo cerca de la remontada ante el Arsenal, que ganó la eliminatoria en el Emirates y certificó el pase en el Bernabéu

Ancelotti y Mbappé, en el cambio obligado del francés por lesión. / AP

No todos los días pueden darse milagros. El madridismo se ha malacostumbrado a tirar una moneda al aire y que siempre salga cara. Frente al Arsenal hasta le valía de canto. Ancelotti se cayó por el precipicio con un carrusel de estrellas que evidencia la mala planificación blanca esta temporada. El italiano sería el señalado en cualquier otra circunstancia, pero el naufragio de Mbappé, que iba a completar un elenco maravilloso, superó cualquier descalabro. Solo Vinicius quiso rebelarse contra un destino. Y hasta tuvo que aparecer Carvajal para intentar amedrentar a Saka, a quien ni el fallo de penalti contra Courtois deshizo. Arteta aplicó la calma contra los desvaríos blancos, que acabaron sufriendo lo evidente.
El 'manicomio' se volvió cuerdo
El Bernabéu es un campo bipolar, capaz de pasarse toda la temporada criticando a los suyos y, llegando el día D, resetear. Es un campo con la capacidad para vilipendiar a su equipo y, apenas unos días después, dar por hecha la remontada. El ambiente previo fue diferente al de otras citas, vibrante, sí, pero en el que se mezclaron propios y ajenos. La Semana Santa marcó el calendario. Apenas una hora antes se podía comprar todavía una entrada para el duelo de vuelta, por 750 euros, según el susurro del que la ofrecía. Era un recibimiento trampa, en el que más de uno aprovechó para hacer negocio y huir ante el desastre que se preveía.
La 'busiana' marcó la previa, con Ancelotti citando la "cabeza y el corazón", eliminando la palabra malsonante de los "cojones", a diferencia de los que mediante el insulto intentaron amedrentar al conjunto 'gunner'. Lo único que no había era paciencia. El estadio cogió color desde una hora antes del inicio del desenlace. "Se ha visto increíble, el recibimiento ha sido muy especial", ambicionaba Lucas Vázquez, al que Ancelotti le dio la responsabilidad de defender la capitanía en el lateral ante un Arsenal al que algunos consideraron "virginal", por su inexperiencia en este escenario que pierde la cordura en noches como esta. La voracidad por ganar como única forma de existir. Fallaron, y el efecto resaca será tremendo.

Los aficionados del Real Madrid se marcharon del Santiago Bernabéu tras el tanto de Martinelli / Denís Iglesias
Saka resiste a Courtois y el enfrentamiento con Carvajal
Está tan acostumbrado el Bernabéu a que pase lo imposible que cuando Saka falló un penalti que iba a determinar la eliminatoria se vino arriba. Le duró unos minutos, lo que tardó el Real Madrid en reconocer que era un equipo inferior a un Arsenal trabajado. Arteta tenía claro el plan y se llevó la mano a la cabeza para pedir la calma que nunca tuvieron sus rivales. Courtois fue el reflejo de un derrumbe sin paliativos cuando en la segunda parte recogió el balón del fondo de su portería después de una jugada de tiralíneas de los 'gunners', que pasan a formar parte de la leyenda negra del madridismo. El episodio de 2006 tuvo su reedición y siguen invictos contra el gran dominador de la competición.
Seguramente, uno de los hombres que más haya echado de menos este año Ancelotti es Carvajal. En lo futbolístico, porque es un lateral de garantías que le dio la última Champions. También en lo anímico, porque Lucas Vázquez, aunque con oficio, solo puede reemplazarle en un porcentaje limitado. Fue el más enrabietado con la indolencia de sus compañeros y cargó contra Saka. Le recriminó un penalti a lo 'panenka', cuando en realidad fue un favor para un Real Madrid que nunca estuvo cerca de darle la vuelta a la eliminatoria.
Mbappé, lesionado y desamparado en el Bernabéu
Mbappé llegó al Real Madrid para ganar la Champions y se quedará otro año sin hacerlo. No apareció durante un partido en el que tuvo encima todas las miradas. Se retiró lesionado y lo hizo solo. Nadie le acompañó, a excepción del médico. Sus compañeros le abandonaron en un larguísimo camino hacia la banda en el que hasta el Bernabéu le menospreció. Aplaudió a Brahim, por el cambio, pero permitió que el sector visitante le vilipendiase. Tenía la dura carga de ser comparado con lo que sucedido el año pasado. Ahora carga con una pena mayor.
El propio Courtois puso por delante a Joselu como el perfil de jugadores que necesita el campeón que perderá la corona. Para esa solución no hacía falta un cuento de hadas convertido en culebrón y que ahora es una película de terror. El Real Madrid no tuvo corazón, tampoco cojones y mucho menos cabeza, como evidenció la absoluta pérdida de control de Rüdiger. Al alemán se le vieron las costuras y todas las gracias del pasado se volvieron en contra de un liderazgo que no es sano. Al final, pese a todas desconsideraciones, Vinicius fue el único consciente de lo que estaba pasando.

Real Madrid - Arsenal: El penalti anulado al Real Madrid sobre Mbappé / Telefónica
Ancelotti, sin chicles y refugiado en un banquillo desesperado
El italiano fue el primero que supo que había perdido la batalla. Desde el mismo momento en el que François Letexier pitó un penalti en contra, a pesar del fallo de Saka, sabía que no iba a ser una anécdota. Su bote de chicles acabó vacío. Sabe que tiene la guillotina encima. Ha sido el gran padre de una generación que ha logrado hitos impensables, pero su liderazgo se ha terminado. Intentó poner en orden fichas que no estaban en orden. Repartió roles entre Mbappé y Vinicius para que se respetasen. Lo consiguió en la convivencia del día a día, pero no en el campo, donde la banda izquierda, en la que Carletto perdió la mirada todo el partido, se ha convertido en un socavón. Todos la quieren y nadie la defiende.
"La eliminatoria se decidió en el partido de la ida", dijo resignado tras sucumbir y asumir que el campeón había caído en cuartos. Va a ser víctima de la falta de memoria que tiene un club que salvaría la temporada con la Liga, la Copa y hasta el Mundial de Clubes. Pero el Real Madrid ha decidido que solo la Champions es un título válido y ha sido víctima de su propia ambición. La expulsión de Francesco Mauri dibujó la perfecta frustración de un banquillo que certificó la crónica de una muerte anunciada. La primera de las muchas que pueden llegar esta temporada, que prometía ser un 'heptatlón' y, por el momento, es una carrera de obstáculos.
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