Isco está harto

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Isco tiene mucha calidad pero, de momento, aún no tiene poderes para retroceder en el tiempo. Si los tuviera, de hecho, seguramente viajaría al día en el que firmó su reciente renovación con el Real Madrid y quitaría la firma de un contrato que, por cierto, colocó su nueva cláusula de rescisión en 700 millones de euros, cifra que deja en manos del club el poder absoluto a la hora de negociar una hipotética salida.

Isco se siente, una vez más, engañado. En esta ocasión, la felicidad le ha durado más que en anteriores ocasiones. El malagueño venía jugando todos los partidos como titular y venía haciéndolo, además, acaparando elogios por su buen nivel de juego. Sin embargo, a Zidane le dio el síndrome del entrenador en el Clásico y su invento de alinear a Kovacic le dejó sin minutos. Toda la temporada siendo de los mejores del equipo blanco para llegar al Clásico y quedarse en el banquillo. Sin duda, un golpe inesperado para el ex del Málaga, que tardará mucho tiempo a olvidar la humillación sufrida por su propio entrenador. De hecho, está por ver cuál será el rendimiento de Isco a partir de ahora. Y es que volver a ser titular en los próximos partidos no curará la herida de un jugador al que le han vuelto a dejar claro que, en los días grandes, no se confía en él.

Su renovación fue un auténtico culebrón. El interés del Barça le hizo dudar pero la subida de la ficha anual y las promesas de Zidane le hicieron decantarse por ampliar su matrimonio con el conjunto blanco. Pese al buen hacer de Kovacic en la pretemporada y el fichaje de Ceballos, Isco se ganó un puesto en el once. Lo hizo gracias a sus buenas actuaciones y también gracias a que la intocable ‘BBC’ de Zidane se ha visto una y otra vez mermada por las constantes lesiones de Bale. Y es que, con el 4-3-3, Isco no tiene sitio ya que son Casemiro, Modric y Kroos los titulares.

Todo esto venía importando poco en este curso. El malagueño lo había jugado todo y por fin se sentía importante. Sus goles y asistencias venían maravillando a un Bernabéu que no entiende por qué Zidane decidió prescindir de uno de sus jugadores más creativos. Isco se siente de nuevo engañado y en esta ocasión las consecuencias en forma de estado anímico pueden durar varios meses. 

El problema ahora es que Isco ni siquiera es dueño de su futuro, ya que su prohibitiva cláusula de 700 millones de euros dificulta mucho un posible traspaso el próximo verano. El centrocampista confió en unas promesas incumplidas y ahora no le queda otra que resignarse.