El “inicio de ciclo” del Real Madrid se hunde en Mallorca

Ancelotti puso a siete secundarios, un titular habitual y tres relevos consolidados para sumar otra decepción en la Liga

El italiano aseguró que el equipo no está ante “un fin de ciclo”, sino ante el principio de otro al que le falta gen competitivo

Ancelotti: "Lo que está pasando no es culpa de Vinícius"

Ancelotti habló en rueda de prensa tras perder en Mallorca / PERFORM

Alejandro Alcázar

Alejandro Alcázar

El Real Madrid se dejó tres puntos de oro en Mallorca que “duelen” como reconoció Carlo Ancelotti al final del partido. Al margen de cómo se desarrolló el simulacro de partido, con más tiempo parado (43 faltas, una cada casi dos minutos), el equipo del italiano no estuvo nunca a la altura de la camiseta que defienden. Adoleció de ese gen competitivo del que tanto se presume por el Bernabéu, con jugadores segundarios a los que el técnico de Reggiolo asegura que están abocados a protagonizar el “inicio de un nuevo ciclo” del equipo blanco.

Las lesiones y la fatiga obligaban al italiano a tirar de la segunda unidad, esa que dicen está asegurando el relevo de un equipo que ha hecho historia en la última década. Un once en el que aparecían solo un titular habitual de las últimas temporadas, Carvajal, y tres relevos consolidados como son Vinicius y Valverde, más Tchouameni, obligado tras vender a Casemiro el último día de mercado veraniego. Los otros siete han sido secundarios toda la temporada e incluso uno ni ha contado, ni cuenta ni contará, Mariano.

UN DISPARO ENTRE PALOS Y PENALTI FALLADO

Las consecuencias fueron una derrota por la mínima, con gol en propia puerta, que les deja a ocho puntos del líder destacadísimo de LaLiga, el Barcelona. Un Madrid sin ideas, incapaz de imprimir una marcha más al juego para romper la telaraña defensiva bermellona. Disparó solo una vez entre palos y fue el penalti fallado de Asensio, que arruinó la reacción de los blancos, que solo en los últimos minutos del encuentro aceleró el juego para buscar un empate que no llegó. Un fútbol acomodado para asegurar el control del balón, al pie, en corto y sin asumir riesgos pese a ir con el marcador en contra durante 77 minutos.

El centro del campo hizo aguas en la construcción cumpliendo en la recuperación del balón. Pero adoleció de ideas, estático y sin sumarse a un ataque en el que solo Vinicius intentaba en solitario internadas que eran cortadas con constantes faltas ante la permisividad arbitral. Asensio vivió escondido todo el partido por detrás de los jugadores locales y Rodrygo apenas participó en el juego ahogado en la posición de nueve ante la falta balones. Solo Camavinga justificó esa ilusión por encontrar relevo a una generación que se acaba y que sabía competir. O le transmite esos genes, o el nuevo ciclo anunciado por Ancelotti puede acabar por diluirse.