El Real Madrid se ríe del Bernabéu

El CSKA asalta el Bernabéu

 Los rusos sacaron los colores a los blancos al golearles por 0-3 / MEDIAPRO

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

El Real Madrid se rió de sus aficionados en el Santiago Bernabéu. Una cosa es perder un partido y otra cosa es no jugarlo. Eso es lo que hicieron los de Solari durante noventa minutos, conviertiendo al CSKA en un rival temible, muy superior a lo mostrado hasta la fecha. Los blancos fueron una broma de equipo, una broma de muy mal gusto para su afición. 

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CHAMPIONS LEAGUE

0
3
Alineaciones
REAL MADRID
Courtois, Odriozola, Javi Sánchez, Vallejo, Marcelo (Carvajal, 74'), Valverde, Llorente (Kroos, 57'), Isco, Vinicius, Benzema (Bale, 46') y Asensio.
CSKA MOSCÚ
Akinfeev, Fernandes, Magusson, Becao, Nababkin, Schennikov, Oblyakov (Kuchaev, 88'), Bistrovic, Vlasic, Chalov (Hernández, 84') y Sigurdsson (Nizhimura, 93').

Sin nada en juego y con una alineación llena de suplentes como Vallejo, Isco o Asensio, el partido fue un tostón y solo sirvió para examinar a futbolistas como Vinicius o Fede Valverde, de los que se espera mucho en el futuro, pero que aún se les ve verdes para el presente. Es lo que toca cuando estás clasificado y el rival no da para más. Es la fase de grupos de la Champions, que ya se acaba. De hecho, solo el CSKA le puso algo de salsa, jugándose la Europa League. 

De entre todos, Vinicius fue quien más sobresalió. Por actitud, intenciones y ganas de pasárselo bien. Situado en la banda izquierda, fue el futbolista que más peligro creó sobre la portería de Akinfeev. El problema es que Isco, algo apático, no le acompañaba, y debía hacer la guerra por su cuenta. En una de ellas se impuso a la defensa rusa para provocar la aparición de su portero, que rechazó un disparo que se colaba en la red a los 23 minutos. El balón lo recogió Asensio, que de rosca la puso en la cruceta. Marco fue, junto a Vinicius, de los jugadores que más ilusión le puso al partido. Isco, mientras, iba a su bola. Se quedó para él una falta en la frontal, en una posición excelente y lo único que supo hacer es enviar, con un disparo flojo y cargado de pasividad, el balón a la barrera, a la que no hizo ni cosquillas. 

Poco a poco, el Real Madrid empezó a inquietar la meta de Akinfeev, cuyos compañeros exhibían una debilidad alarmante que permitía a los blancos ganar metros. Lo probó de nuevo Asensio desde la banda derecha y, poco después, Benzema, con un disparo que rechazó la defensa. La mejor ocasión fue, de hecho, de Marco, tras una pared excelente con Vinicius que le dejó solo ante el portero ruso. Chutó a las manos.

En el otro área no pasaba nada. Balones colgados, centros imprecisos, disparos que se iban fuera, muy tiernos. Y poco más. Al CSKA le faltaba calidad, pese a que la defensa madridista, como siempre, daba facilidades a su rival. Un clásico. Hasta que sí pasaron cosas. Los rusos salieron a la contra, ejecutando cada acción con precisión y fe hasta que le llegó el balón en la frontal a Chalov, que lo puso lejos de Courtois con la zurda, de rosca. Merecía el castigo del gol en contra el Real Madrid, un equipo de broma, con un centro del campo ausente y una defensa tierna como un donut.

El segundo llegó poco después, tras un remate de Mario Fernandes que sacó Courtois, pero que le cayó a Schennikov y que no perdonó golpeando de primera. 0-2. Lo normal viendo a un conjunto que dio algo de lástima, incluso, ante el Huesca, el colista. Los pitos sonaron al descanso desde el Bernabéu. Merecidos no, merecidísimos.

Benzema, que había deambulado por el campo sin rumbo, sin destino ni saber casi dónde estaba, fue señalado por Solari en el descanso. Se quedó en el vestuario y salió Bale, que tampoco destaca por su sangre caliente. Isco, en cambio, siguió esparciendo su supuesta magia sobre el césped. Imperceptible, sí, pero magia, al fin y al cabo. Como cuando recibió un balón claro de Vinicius para recortar diferencias. Se le hizo de noche. O de día, no se sabe, y disparó con una escopeta de feria muy mal, pero con magia. 

El CSKA, lejos de parecer conformarse con el 0-2, buscaba el tercero, oliendo la debilidad insultante de su rival. Solari volvió a mover pieza y sentó a Llorente para dar entrada a Kroos. El centro del campo del Real Madrid necesitaba una mano de pintura urgente y, también, algo de chapa. Parecía un vehículo de época sin restaurar. De hecho, la mejor ocasión fue obra de Becao, con un despeje de cabeza que casi se cuela en su portería. 

Podría decirse que el equipo de Solari dimitió de todas sus funciones. Tanto que el ridículo fue ya mayúsculo cuando Sigurdsson cruzó para hacer el tercero. El resultado rozaba ya lo indecente, casi tanto como la actitud de Bale, que notó algo en el tobillo y se borró durante varios minutos del partido. Los rusos, conquistando el Santiago Bernabéu y aprovechándose de la desidia local. Lo mejor para el Real Madrid fue escuchar el silbido final del colegiado portugués.