El clásico Barça-Real Madrid, Premio Valores Acontecimiento Deportivo

El clásico Barça-Real Madrid, Premio Valores Acontecimiento Deportivo

El clásico Barça-Real Madrid, Premio Valores Acontecimiento Deportivo / sport

German Bona

German Bona

El clásico entre FC Barcelona y Real Madrid es mucho más que un partido de fútbol. Se trata de un acontecimiento deportivo de magnitud mundial, capaz de traspasar fronteras y concentrar la atención de millones de personas, con audiencias históricas y un espectacular seguimiento a través de las redes sociales.

SPORT distingue este encuentro entre los dos ‘gigantes’ del fútbol español con el Premio Valores Acontecimiento Deportivo, un galardón que subraya cualquier acontecimiento deportivo, sea un partido, un evento, un torneo o  una competición, que ayude a la promoción de los valores en el  deporte y pueda ser un espejo para el  resto de la sociedad.

El clásico encaja perfectamente en esta definición, al tratarse del  partido de fútbol con mayor trascendencia a nivel global, y en el que a pesar de la rivalidad existente entre los dos equipos más grandes de España y Europa, transmite los valores de respeto y fraternidad al resto del  mundo.   

El Barça-Real Madrid, conocido en el mundo futbolístico como el clásico, es pasión, intensidad, adrenalina, es fútbol cien por cien y los aficionados lo sienten como algo muy suyo. La rivalidad se ha ido acentuando a lo largo de los años y los partidos disputados, pero también este encuentro entre azulgranas y blancos es ‘fair play’, respeto a las normas del juego y la conciencia entre todos los actores que millones y millones de miradas están puestas en sus actitudes y comportamientos. El clásico nunca defrauda.

Una historia que viene de lejos

El clásico del fútbol español es el más importante del  mundo, el partido de fútbol con más relevancia de la actualidad. Mucho ha llovido desde el primer enfrentamiento, un 13 de mayo de 1902, cuando el Real Madrid apenas contaba con dos meses de vida y el Barça, más experimentado, venció por 1-3 en la Copa de la Coronación, el embrión de la actual  Copa del  Rey.

Precisamente, el día después de la II Gala Valores y que distingue el Barça-Real Madrid con el Premio Valores Acontecimiento Deportivo, otro interesantísimo clásico aguarda, el primero  de la temporada 2019-2020. El  Camp Nou barcelonés se vestirá de gala para albergar el que será el partido número 243 con carácter oficial entre ambos equipos, y lo cierto es que la igualdad es máxima, otro síntoma fehaciente de la dimensión de este acontecimiento.

Los azulgranas tienen una ligera ventaja, se han impuesto en 96 partidos de la máxima por 95 su máximo rival, mientras que 51 han terminado igualados. Aunque últimamente el Barça ha logrado victorias más sonadas, sin ir más lejos, un 5-1 en Liga o un 0-3 de Copa del Rey la temporada pasada en el Santiago Bernabéu, el pronóstico de estos partidos es siempre incierto y  la emoción está más que asegurada.

El clásico enciende pasiones, los aficionados del equipo ganador se sienten los más felices y los del perdedor, lloran sus  penas, pero se les pasa rápido pensando que pronto llegará otro partido de la máxima y la oportunidad de resarcirse. 

El clásico siempre está en movimiento y su dimensión global repercute también a nivel económico, de ingresos para los clubs, ya sean directos, por el reparto televisivo o a nivel de marketing. Es mucho lo que se mueve, pero la gran importancia de un Barça-Madrid es sobre todo social.

Un partido de fútbol capaz de superar en audiencias acontecimientos deportivos como la Superbowl y que compite con los Juegos Olímpicos o la final de un Mundial. La audiencia potencial de un clásico se eleva en la actualidad a unos 650 millones de espectadores repartidos en 180 países.

Muestras de ‘fair play’

Son estos números tan  espectaculares los que motivan que este partido sea la mejor promoción posible de los valores en el deporte. Y tanto Barcelona como Real Madrid son los encargados de abanderar el respeto mutuo y  la fraternidad. En la retina de todos está el abrazo entre el madridista Raúl González y el azulgrana Carles Puyol, ambos iconos de sus respectivos clubs, tras un partido de la máxima. O los tuits que se enviaron antes de un clásico Andrés Iniesta y Sergio Ramos emplazándose a recuperarse de sus respectivas lesiones y llegar a tiempo para jugar el esperado partido, con Gerard  Piqué ‘entrando’  también en la conversación.

Porque los clásicos son sinónimo de ‘fair play’ y nos dejan gestos para la  posteridad. Son el espejo en el que reflejarse todos aquellos que siguen estos partidos con devoción. Antes, cuando ambos equipos se saludan, durante y después del partido, cuando el fragor de la batalla ha pasado, los deportistas demuestran el afecto que les une pese a pertenecer a equipos rivales. El afecto y la admiración que le demostró por  ejemplo  hace pocos días Luka Modric a Leo Messi cuando le entregó en persona el ‘Balón de Oro’.

Así como los presidentes y directivos en los actos de confraternización que acompañan a estos partidos, los entrenadores con sus declaraciones y las aficiones que se entregan con toda la pasión a sus equipos. Todos hacen del clásico un embajador mundial.