El Liverpool, un campeón sin techo

El Liverpool, campeón del mundo al imponerse al Flamengo por la mínima en el Mundial de Clubs

El resumen de la victoria del Liverpool ante el Flamengo en el Mundial de Clubs / Perform

X. Serrano

"Tenemos que cambiar de escépticos a creyentes desde ahora. Entiendo el fútbol. Tenemos que entretenerles, hacer que su vida sea mejor”. Con esta premisa se presentó en Anfield el 9 de octubre de 2015 un joven técnico alemán de sonrisa perenne llamado Jürgen Klopp.

Su difícil misión, devolver la gloria perdida a un histórico falto de alegrías. Lo que ni los más optimistas podían imaginar entonces es que cuatro años después, aquel equipo se proclamaría campeón del mundo. Por primera vez en su historia, para más inri, tras haberlo intentado sin éxito en 1981, 1984 y 2005.

Este sábado en Catar, el Liverpool conquistó su tercer título internacional en apenas seis meses, tras la Champions League y la Supercopa de Europa. Sin olvidar que el cuadro ‘scouser’ es líder destacado e invicto de la Premier League, donde solo ha cedido dos puntos. Un título que, todo sea dicho, se le escapó el curso pasado pese a alcanzar la segunda mejor puntuación de la historia.

La voracidad del campeón

Y pese a todo este alud de registros, quizás lo más destacable de este Liverpool es que cuesta imaginar su techo. Es un equipo hambriento, con una confianza inmensa y que además se va perfeccionando con el paso de los años. La actuación ante Flamengo es la mejor prueba.

El Liverpool ya no solo asfixia a sus rivales desde la presión en campo rival -como de hecho hizo al arranque de cada mitad, generando claras ocasiones- o les destruye en transiciones vertiginosas -modo en el que llegó el gol vencedor de Firmino-.

El equipo está muy habituado a jugar de este modo, cierto, pero también sabe manejar otros registros. Puede dominar el duelo desde el balón o ceder la iniciativa al rival, confiado en su solidez defensiva. Así sucedió ante el ‘Fla’ y Alisson apenas intervino antes del descanso. 

Siempre superior en el apartado físico, el Liverpool ha aprendido a esperar y aniquilar a su rival cuando está más cansado. Sucedió así en la final, con un claro dominio ‘red’ a partir del 70’y un alud en la prórroga. 

A ello hay que sumar el factor psicológico. Ahora existe un miedo al Liverpool, sobre todo a sus actuaciones tras el descanso. El rival sabe que de no aprovechar sus oportunidades, los ‘reds’ se lo harán pagar tarde o temprano. 

Esta es una ventaja descomunal para el bando ‘scouser’. El aura cada vez más consolidada de equipo campeón, casi imposible de batir. “No puedes comprar el miedo, solo construirlo a base de hacer lo mismo una y otra vez, como el Liverpool ha hecho”, resumía de forma inmejorable el exjugador 'red' Stephen Warnock en la BBC.