Las facturas de Mourinho

Mourinho abandona las instalaciones del Manchester United

Mourinho abandona las instalaciones del Manchester United / Perform

Pol Ballús

El día que Jose Mourinho fue presentado como nuevo manager del Manchester United había una descomunal espera humana en los aledaños de Old Trafford, aunque no era para él: cantaba Beyoncé en el estadio de cricket vecino del Teatro de los Sueños y múltiples adolescentes hacían cola desde buena mañana.

El día que Jose Mourinho fue despedido del Manchester United solo cantaron los medios de comunicación, que no lo vieron ni venir. “Mourinho no se va a ninguna parte”, titulaba la misma mañana el periódico local Manchester Evening News. Horas después, estalló la bomba.

Sorpresa mayúscula

La sorpresa fue mayúscula. No por la noticia, que tarde o temprano se daba por hecha, si no por haber sido tan precipitada. El club insistía en transmitir al entorno la confianza hacía el técnico, pero así es el Manchester United: hermético e implacable. El abrupto final de Mourinho en el norte de Inglaterra pone fin a una etapa en la que, visto en perspectiva, nada podía salir bien.

El primer problema fueron las expectativas. Aterrizó en Greater Manchester en 2016 junto a Pep Guardiola, y el mundo entero fantaseó con la reedición de la batalla perfecta que protagonizaron en Barcelona y Madrid. La mayor rivalidad del fútbol moderno se debía reproducir en Manchester, que se convertiría por ende en la capital mundial del deporte rey. Cuando partes de esto, solo puede llegar la decepción. Ni rivalizó con su vecino, el Manchester City, ni con su homólogo catalán, muy superior sobre el campo.

Aislado

Jose vivó dos años en Manchester y nunca conoció la ciudad. Lo único que vio de la urbe fue el terrible tráfico en hora punta que le impedía llegar puntual a los partidos de Champions en Old Trafford, hecho que le hizo incluso abandonar la expedición del bus del equipo en el partido que jugaron contra la Juventus, esta temporada, y llegar a pie y sin sus jugadores al estadio, escondido bajo su capucha.

Se aisló en el campo de entrenamiento de Carrington y el Lowry Hotel, donde residió en solitud estos años. Ayer The Guardian revelaba que el coste de su estancia ha sido tasado en 600.000 libras. Podrían haber sido menos tras un descomunal cabreo del portugués a finales de la temporada 2017-2018. Un trabajador del hotel, por error, se dirigió a repartir las facturas de los clientes habitación por habitación. Sin saberlo, deslizó a Mourinho los gastos por debajo de la puerta de su suite. A la mañana siguiente montó en cólera: gritos y reproches en la recepción por la deshonra que esto supuso, proseguidos de la amenaza de abandonar el hotel. La situación se saldó con el despido del empleado en cuestión.

Sobre el césped se recordaran las tardes grises en el Teatro, la pobre innovación táctica y mucha desesperación de la grada, que acabó pidiendo a gritos que su equipo atacara alguna vez. Ha proyectado la imagen de un hombre desfasado. “El final del aura”, titula este miércoles The Guardian su portada de deportes. En Manchester, Mourinho ha dejado de ser The Special One para convertirse en la persona que acostumbraba a humillar: la que vive del pasado. “Respect, respect, respect. He ganado más Premier Leagues que el resto de entrenadores de la liga juntos”, soltó tras perder 0-3 contra el Tottenham en agosto.

Dejó también el mensaje para sus “amantes”, como les llamó: “He jugado 14 años la Champions, me he clasificado 14 veces a octavos. Y las dos veces que no la jugué, gané la Europa League”. Tampoco le importó, tras ser barrido el sábado en Anfield, afirmar que el Liverpool le recordaba al Porto que dirigió. Cualquier tiempo pasado fue mejor, especialmente para Mou.

Su herencia es la de una primera temporada muy aceptable (ganó Community Shield, EFL Cup y Europa League), dos años de decadencia y un vestuario aliviado por su salida. En ningún momento fue capaz de conectar con un grupo humano que conspiraba a sus espaldas y pedía a gritos su salida. Ha sido especialmente simbólica su relación con Pogba, fichaje récord de 100 millones de euros con el que acabó por ni hablarse. Su última discusión fue hace menos de un mes, en noviembre. Tras un 0-0 en casa contra el Crystal Palace, Pogba criticó de puertas para dentro las demandas de su entrenador, lamentó el nivel del equipo y sentenció que mejorarían en cuanto se fuera el luso. Mou no estaba en la conversación. Una semana más tarde, el técnico reprodujo textualmente las palabras de Pogba ante todo el vestuario, dejando al francés en evidencia y a la plantilla inquieta al no saber quien lo filtró.

Fichajes fallidos

Tampoco consiguió conectar con sus fichajes. Eric Bailly, su primera incorporación, fue sentenciado en la segunda campaña cuando prefirió no jugar lesionado. Mkhitaryan se fue por patas, incluido en la operación Alexis por petición propia. Así, y con los resultados, se ganó la desconfianza con la directiva. Nunca se entendió con el club en materia fichajes. Desde los altos mandos de la entidad se propuso trabajar con un director deportivo, Mou lo rechazaba. La relación con Ed Woodward se enfrió hasta el punto que el club, reacio a darle presupuesto para fichajes, prefirió prescindir de él.

No se va de vacío: el finiquito se especula que ronda los 15 millones de libras, sueldo pendiente a parte, aunque el dinero no suaviza sus entrañas. Como se reveló en el libro Cuaderno de Mánchester (Malpaso, 2018), en una de las pocas salidas de Mou de su guarida, una cena para celebrar su cumpleaños, se invitó al portugués a que soplara las velas de un pastel y pidiera un deseo. “¿Deseo? No tengo deseos. Ya los he cumplido todos”, fue la respuesta.

Así vivió en Manchester, convencido de que nada tumbaría su figura, cuando su figura ha dejado de existir. Su final ha tenido ciertas similitudes al de sus predecesores, Moyes y Van Gaal, que fueron despedidos cuando quedaron fuera del top-4 de la Premier League. Jose Mourinho ha dejado el club a 19 puntos del Liverpool y 18 del Manchester City, algo que duele muchísimo a la afición. A 11 de la zona Champions, con unos números defensivos peores que los del Huddersfield, la misma diferencia de goles que el Leicester y las mismas victorias que el Bournemouth.

La mañana del martes 18 de diciembre de 2018, la directiva del Manchester United se decidió a acabar con su vínculo con Jose Mourinho y abonar su compensación, factura incluida. Suponemos que, esta vez, no la deslizaron por debajo de la puerta.