El City resucita para ganar una Premier épica

Los de Guardiola se abonaron a un final de infarto para alzar el trofeo

Gündogan, el héroe de la tarde en el Etihad Stadium

El Manchester City de Guardiola, campeón de la Premier League

El Manchester City de Guardiola, campeón de la Premier League / Manchester City

Pol Ballús

Pol Ballús

A esto nos evoca el fútbol. No hay nada más poderoso que 22 tipos, un balón y el miedo a morir en el intento. O la fe para renacer de entre los muertos. De algún cementerio lejano regresó el Manchester City de Guardiola para ganar una Premier que se encaminaba al desastre tras 75 minutos. Cash y Coutinho habían puesto un 0-2 para helar el Etihad. La tormenta perfecta. La montaña inalcanzable. Para todos, excepto para el fútbol.

Manchester City - Aston Villa 21/22

Premier League

3
2
Alineaciones
Manchester City
Ederson; Stones, Fernandinho (Zinchenko, M.45), Laporte, Cancelo; Rodri, Bernardo Silva (Gündogan, M.67), De Bruyne; Mahrez (Sterling, M.54), Gabriel Jesus, Foden.
Aston Villa
Olsen; Cash, Chambers, Mings, Digne; McGinn, Douglas Luiz, Ramsey (Ings, M.83); Buendía (Young, M.88), Watkins, Coutinho (Nakamba, M.72).

El mismo equipo que cayó en el Bernabéu tras “dos minutos de locura”, como definió De Bruyne, se marcó una de las remontadas más memorables de la historia de la Premier. Marcaron tres goles en un espacio de seis minutos, liderados por un apoteósico Gündogan. El alemán entró desde el banquillo para marcar el primero y dar esperanza. Rodri corroboró que la locura era posible con el empate, y Gündogan completó la obra porque de gol de Agüero en 2012 sólo hay uno, sí, pero esto se le acercó en la mayor de las medidas posibles.

El volcán que se desató en las gradas es complicado de explicar. Gritos de “we’ve done it again” (¡lo volvimos a hacer!), saltos encima de las sillas. Guardiola arrancó a correr hacia dentro del campo, como la mitad de sus suplentes. Apuntó a su familia el técnico catalán, sosteniendo las lágrimas que llegaron tras el pitido final. Una invasión de campo abrumó el Etihad Stadium. Varios jugadores se revolvieron en ella. De Bruyne abandonó el césped con el puño en alto, rompiendo en un grito al cielo. Las imágenes no se van a olvidar nunca en el imaginario colectivo. Al final, a este deporte, no se le pide más que esto.

El épico final dejará en anécdota un partido más bien flojo de los de Guardiola, que dispararon una sola vez entre palos en el primer tiempo. Watkins fue el protagonista de una pesadilla para Fernandinho, abrumado y sustituido en el descanso, y Matty Cash adelantó a los villanos en un cabezazo que desnudó la espalda de Cancelo.

El empeño de Foden no era suficiente. Mahrez y De Bruyne estaban imprecisos y la defensa tiritaba. Respondieron con corazón en la reanudación, pero el efecto mitigó rápido y Coutinho lo destrozó. El brasileño sentó a Laporte de un control y definió para romper los sueños del City.

 El Liverpool empataba todavía y el City era campeón. Pero la sensación era de miedo. Hasta que entró Gündogan, sustituyendo a Bernardo Silva. El alemán convenció a la gente de que se podía cabeceando un centro de Sterling, revulsivo también. El partido entró en el trance absoluto que buscaba el City. Un tiro seco de Rodri desde la frontal lo dejó todo al giro de tuerca que volvió a dar Gündogan. Una Premier que Guardiola no olvidará, como atestiguaron sus lágrimas camino al vestuario. Las calles de Manchester tampoco lo van a hacer.