Entrevista | Jordi Corominas Alpinista
"Me indigna que alguien venda hacer cola en el Everest como un deporte”
El alpinista catalán Jordi Corominas tiene una larga trayectoria en el mundo del alpinismo y defiende un estilo autosuficiente y sin ayudas exteriores

Jordi Corominas, durante una de sus expediciones alpinas / ©Oriol Baro
Enric Arqués
Jordi Corominas (Barcelona, 1958) es un alpinista y guía de montaña. Un gran amante del mundo de la montaña y todo un referente para muchos. Aunque es especialmente conocido por haber coronado por primera vez el K2 en solitario y sin oxígeno artificial por el pilar suroeste, por la vía llamada "Magic Line", prefiere destacar toda la trayectoria que hay detrás con decenas de expediciones. En definitiva, toda una vida dedicada a su gran pasión.
En octubre recibiste el premio Piolet d’Or honorífico, el más destacado en alpinismo, pero te he escuchado decir que los premios no van mucho contigo...
En principio determinados premios a mí no me dicen mucho. Este premio es por la trayectoria, pero creo que lo importante es que de alguna manera un grupo de gente internacional se ha dado cuenta de que en España hay alpinistas y, por otra parte, da la posibilidad de que estemos en este momento hablando de alpinismo, que es una cosa muy elitista y de un grupo muy reducido. Lo acepté más por todo el contexto que puede tener el premio.
La mayoría siempre habla de ti por hacer la Magic Line del K2, ¿te parece injusto que sea siempre con la misma referencia viendo tu larga trayectoria?
De alguna manera sí, es un poco injusto porque al final el alpinismo son muchos años de vida. Es decir, no hay nadie que de golpe hace la Magic Line del K2. Detrás hay toda una historia. Además, el premio este es un reconocimiento de toda esa trayectoria, de que ha habido muchas salidas, muchas escaladas, muchos años de hacer cosas, de intentar cosas que no se han hecho, que se han quedado ahí en el cajón, pero que igual han sido tan importantes para mí como el K2. Al final el K2 es como la estrella, pero hay mucho trabajo detrás, hay muchos años saliendo y haciendo muchas actividades y expediciones. A veces hay cosas que ensombrecen, sobre todo en determinados deportes, toda la trayectoria que hay, todas las horas que hay detrás, todos los compañeros con los que sales. Siempre intento decirles a todos que ha habido muchas expediciones antes que son las que realmente me enseñaron para poder ir al K2.
¿Se destaca siempre demasiado el resultado final y se ensombrece la preparación previa?
Eso pasa en todos los deportes. De golpe ves a alguien campeón del mundo de no sé qué. Esa persona que es el campeón del mundo, es la imagen pública que tienes de ello, pero cualquier persona que ha hecho deporte detrás llevará un montón de años haciendo cosas, ganando otras cosas, haciendo otras actividades igual de importantes, lo que pasa que igual en ese momento no has ganado. Al final, cualquier deportista es una vida muy intensa durante muchos años. Y más en el alpinismo, que está muy relacionado el deporte con la forma de vivir, con el trabajo. Siempre estoy dando vueltas a la montaña. Que una sola cosa ensombrezca un poco todo el resto de la vida es una visión un poco demasiado limitada.
Defiendes un alpinismo alpino y con autosuficiencia....
Lo que tiene un valor importante es la persona, el deportista, el individuo. Si yo a ese individuo lo rodeo de toda la tecnología que tenemos, de todas las ayudas posibles, de que otra gente lo ayude, estamos enmascarando al individuo. Y a mí lo que me interesa es que se vea el individuo, esa persona. Cuando voy a un sitio, tengo que abrir mi huella, tengo que hacer mi escalada, estoy con mi compañero, dos compañeros, pero no hay más gente, no hay gente que me abra huella, no hay ayudas de oxígeno, no valen ayudas para que el deportista o el individuo sea lo mejor posible. De hecho, estamos un poco buscando los límites del ser humano. Para que esos límites se vean, todo lo accesorio lo tengo que eliminar. Lo que a mí me gusta es ese alpinismo más puro, que voy yo, con mi amigo, con quien sea, y me llevo mi mochila y yo y mis compañeros somos los que subimos y bajamos. No hay ayudas exteriores.
Cuando voy a un sitio, tengo que abrir mi huella, tengo que hacer mi escalada, sin ayudas exteriores
¿Las imágenes de gente haciendo cola para subir el Everest te indignan?
Son cosas distintas. Estamos hablando de cosas distintas. Que la gente vaya al Everest y hagan cola, a mí me da igual, que hagan lo que quieran. Yo ahí no voy a estar. Lo que me puede indignar es que alguien venda eso como deporte. Eso es lo que no puede ser. Tú estás haciendo una cosa que me parece muy bien que la gente lo haga y que cada uno hace lo que quiera, pero eso no puedes venderlo como deporte. Es como en un campo de fútbol donde hay 22 personas que son una élite, están jugando, y los cincuenta mil que hay alrededor pues serán aficionados. Les puede gustar jugar, jugarán a fútbol, pero al final son aficionados. La élite está ahí abajo. En alpinismo pasa lo mismo, la élite son cuatro. Todos estos que van al Everest a la fila, esos son aficionados. No podemos mezclar las dos cosas. Cada uno que haga lo que quiera, donde quiera, no pasa nada. Cada uno tendrá sus objetivos, pero hoy en día está totalmente separado. No se pueden mezclar esas cosas.
¿Escalar el Everest se ha convertido en un negocio?
En este momento es un súper negocio. Ya es algo increíble. De hecho, Nepal este año, como a veces se critica, se habla de que hay mucha gente, seguridad...lo que han hecho es subir los precios. Simplemente es cuestión de, ¿queréis venir? Pues pagáis más. Y entonces lo que se ha hecho es subir el precio. Ahora hay un negocio montado, algo increíble. Hay expediciones al Everest que te pueden costar 150 mil euros por persona. Es algo totalmente desfasado. Es un negocio como cualquier negocio turístico de montaña. Lo mismo pasa en el Mont Blanc, en el Aneto o en todas las cumbres famosas. No es solo el Everest.
¿Qué te pareció el reto que consiguió Kilian Jornet en 2020 de coronar el Everest sin oxígeno y de la manera más rápida posible?
Fue lo más rápido, pero no lo más alpino posible. Fue por un itinerario que había una huella abierta, que había gente. Kilian hace cosas impresionantes y de hecho estos últimos años está probando de subir al Everest por otro lado. Eso sí que es alpinismo puro y duro. El momento del récord, no. Si tú haces un récord, pero resulta que te están pisando la huella, pues no. Es un récord, sin más. Tiene su valor como récord, pero no como alpinismo. Pero, sin embargo, lo que está haciendo estos últimos años, que intenta ir al Everest por un sitio que no hay nadie, que se lo hace todo, eso sí que es alpinismo. Y va a volver a intentarlo otra vez, eso seguro.
¿Y ahora mismo estás centrado en tu vida como guía de montaña o tienes algún proyecto en mente?
Lo curioso de este deporte es que lo tengo todo mezclado. Un día estoy dando clases en la escuela, otro día estoy guiando a gente, el tercer día estoy descansando con los amigos y el cuarto estamos planificando para irnos a algún sitio. Viene todo mezclado. Evidentemente pasan los años, mi físico no es el mismo y tengo que adaptarme a proyectos distintos, pero mientras pueda estoy en todos los ámbitos. Estoy en la formación, estoy pensando en alguna expedición que va a ser más sencilla, pero estoy en todo ello a la vez. Es una forma de vida, de trabajo y de pasión en la se mezcla todo.
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