Zidane,el ave fénix

Zidane decidió hacer solo un cambio en Sevilla

Zidane vive su segunda etapa en el banquillo del Real Madrid / AFP

Jordi Cruyff

Jordi Cruyff

Zinedine Zidane ya tuvo en su mano la decisión de marcharse del Real Madrid, y lo hizo. Ahí demostró tener un carácter que no se ve a menudo en el mundo del fútbol. No es un tipo que se aferra a un puesto. Si está contento, se queda. Si no está cómodo y no cree en el rumbo del club, no tiene problema en dar un paso al lado.

Sorprende que haya sido tan cuestionado en los últimos días. No hace ni una docena de partidos que ganó la Liga con autoridad, cuando poca gente apostaba por un Real Madrid campeón tras el confinamiento. Y, sin embargo, firmaron una gran recta final, sin tener una plantilla precisamente equilibrada y con déficit en ataque a pesar de los buenos números de Benzema, pero con mucho coraje para mantener su portería blindada como el equipo menos goleado.

Y esta temporada vuelven a arrastrar las mismas carencias. Con el añadido de que no se han reforzado este verano y han dejado salir jugadores, porque no tendría sentido invertir en fichajes cuando pides a una plantilla que acepte una rebaja salarial. Y desde hace año y medio, se han topado con la mala suerte de que Eden Hazard, el jugador llamado a sustituir a Cristiano Ronaldo, está dejando un rastro intermitente por las lesiones. Sin un jugador desequilibrante como Cristiano Ronaldo, dependen de los momentos excepcionales de sus jugadores. Y se espera demasiado de un futbolista como Marcos Asensio, injustamente criticado cuando, después de una lesión grave del cruzado, no se puede esperar que vistas de nuevo la camiseta y estés al cien por cien. Necesitas meses para acabar de coger el ritmo y recuperar la seguridad en ti mismo.

El Real Madrid no está solo en esta exigencia máxima en ‘microciclos’ de tres días. Al Barça le ocurre lo mismo como demostró en su derrota contra el Cádiz. Con la diferencia de que el Madrid no viene de vacío en la temporada anterior. Y aun así, la presión no cede terreno y saltan informaciones sorprendentes que ponen en duda la continuidad de Zidane y un vestuario supuestamente desconectado con su técnico. Algo que casualmente suele desmentir el propio equipo sacando casta y ganando partidos como ocurrió ante el Sevilla.

El entrenador francés tiene sobrada experiencia como jugador de élite como para dejarse impresionar por cuatro opiniones. Acumula suficientes años de vestuario como para ser el primero en notar si los jugadores están con él. No necesita leerlo en un diario. Y también tiene muchas tablas a la hora de defender a sus futbolistas cuando se sienten en la diana. Solo de esa forma consigue que la plantilla se lo intente devolver ayudándole en los momentos que lo necesita, como en Sevilla. Cuanto más se le discute, más fuerzas acumula para resurgir como ave fénix.

En esta suerte de montaña rusa que está suponiendo esta temporada de supervivencia, marcada por las limitaciones económicas, no procede medir al Barça o al Madrid en términos de exigencia, solo recrearse con la ilusión. Porque el objetivo de los clubes grandes es simplemente salvaguardar su presente y su futuro. Si esos equipos están pidiendo sacrificios a sus jugadores, no tiene sentido quejarse por no estar arrasando en Champions o en Liga.