Xavi debe escoger: ¿Revolución o vacas sagradas?

Xavi Hernández da instrucciones en la banda de Mendizorroza

Xavi Hernández da instrucciones en la banda de Mendizorroza / Valentí Enrich

Ernest Folch

Ernest Folch

Curiosamente, ha sido una victoria (contra el Alavés) la que ha hecho saltar las alarmas tras el optimismo generado por una derrota (contra el Madrid). El barcelonsimo no depende necesariamente de los resultados para medir sus estados de ánimo, una mentalidad particular y compleja que la prensa de la capital, que vive únicamente del resultadismo, es incapaz de descifrar. Lo que es evidente es que la triste victoria contra el Alavés puso sobre la mesa muchas deficiencias preocupantes: una lentísima circulación de balón, una debilidad defensiva evidente (un Alavés sin pólvora tuvo tres ocasiones para adelantarse en el marcador) y una esterilidad ofensiva inquietante, a pesar del fichaje de Ferran Torres, todavía sin adaptarse.

Pero de todos los problemas que ha hecho aflorar el partido del pasado domingo, el más importante y quizás el más polémico sea el rol que deben jugar los veteranos a partir de ahora. Guste o no, el trío Alba-Busquets-Piqué está, en este orden, bajo el foco, porque a menudo sus actuaciones son mejorables y porque lógicamente están en el centro de las críticas cuando el juego no acompaña. Porque de la misma manera que fueron elevados a los altares de la gloria cuando se ganaba todo, es ley de vida que reciban palos cuando el equipo no responde.

El victimismo en las declaraciones de Alba, o los tuits justicieros de Piqué, quizás sean solo expresiones de la resistencia de estos futbolistas a aceptar la realidad. Porque cuando las vacas sagradas se quejan de las críticas y se meten directa o indirectamente con los periodistas, ¿sugieren que semiadolescentes como Gavi, Nico o Pedri deberían estar en el foco cuando las cosas no van bien? o, peor aún, ¿nos dicen que solo podemos elogiarles y debemos callar cuando no rinden? Alguien debería explicarles que lo único positivo del despido de Messi es que los veteranos se de deberían haber quedado por fin sin protección. Y más inquietante todavía que la actitud de los futbolistas es la sensación de que Xavi tiende más a justificarlos que a exigirles: en la rueda de prensa después del partido ante el Alavés cargó contra "el entorno", un tic en el que ya cayeron Quique Setién o Koeman. 

Xavi debería entender que se le tolerará que no gane ningún título, pero no se le perdonará que no culmine su revolución, que el barcelonismo quiere que lleve a término caiga quien caiga, sin tener en cuenta jerarquías ni nombres. Si pretende renovar la plantilla quedando bien con los veteranos y dejando que jueguen todos los minutos, cometerá el mismo y fatal error que todos sus antecesores. O vacas sagradas o revolución: las dos cosas son ya incompatibles.