Willian: ¿debe fichar el Barça jugadores de 30 años?

Willian, el objeto del deseo del Barça

Willian, el objeto del deseo del Barça / AFP

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

En la gestión de los fichajes, el Barça continúa cometiendo el mismo error que tan malos resultados le ha dado en el pasado reciente. Anunciar el nombre del futbolista deseado antes de hora, cuando se inician las negociaciones, es una manera torpe de complicar la operación y encarecer el coste del fichaje pretendido.

Tampoco es inteligente anunciar que hay acuerdo con el jugador, y con el OK del interesado asegurado, empiezan a negociar con el club que tiene los derechos. Con esta estrategia, se consigue que los clubs rivales se pongan en guardia, preparen la ofensiva e intenten torpedear la operación. Hay ejemplos clarísimos que esta política de fichajes es perjudicial para los intereses del Barça. Pero no aprenden y siguen insistiendo en el mismo método.

Un par de casos para confirmar esta afirmación. El pasado verano el Barça forzó la máquina para fichar a Verratti protagonizando un culebrón que al final tuvo el mismo desenlace decepcionante vivido antes con Thiago Silva y Marquinhos. El PSG se cerró en banda al traspaso, por muchas fotos y declaraciones que hiciera el jugador italiano se quedó con las ganas de jugar en el Camp Nou. 

Rabiot, ¿el mismo caso?

Veremos si ahora no pasa lo mismo con Rabiot, tropezar cuatro veces en la misma piedra sería de tontos. Dicen que la madre del jugador, ejerciendo de representante, ha dado el visto bueno a la operación, pero hay el riesgo de que el PSG le ofrezca una renovación de contrato millonaria y continúe en París.

<strong>Con Griezmann tampoco se hicieron bien las cosas</strong>. Lejos de imitar al PSG que de la noche a la mañana se llevó a Neymar pagando la cláusula de retención, el Barça filtró en febrero que había acuerdo con el jugador y que pagando 100 millones el crack galo estaría encantado de jugar al lado de Messi. El Atlético se cabreó y de acuerdo con Simeone diseñó una estrategia para convencer al jugador de que en el Wanda sería el rey y en el Barça un gregario de Messi. Antoine, a base de dinero, se dejó convencer dejando al Barça en la estacada.

Ahora estamos en puertas de otro fichaje anunciado también a golpe de megáfono que tiene un final incierto. El mismo intermediario que trajo a Marlon al Barça y que ha hecho la operación retorno a China con Paulinho, quiere colocar a Willian al Barça. Kia Joorabchian es el representante del jugador brasileño, que en agosto cumplirá 30 años.

60 millones a sus 30 años

La primera pregunta que hay que hacerse, después de la mala experiencia con Paulinho (tiene la misma edad que su compatriota), es si el Barça tiene que fichar por 60 millones un jugador de 30 años. Puede ser un negocio ruinoso. Recuerden que Luis Enrique pidió la incorporación de Arda Turan. Su rendimiento deportivo fue un fracaso y el Barça todavía le paga una parte de su ficha cuando el técnico asturiano está lejos del Barça. 

Hay una vieja teoría en el mundo del fútbol que dice que hay que fichar a los cracks jóvenes para poder traspasarlos cuando hayan dado el mejor rendimiento, en la frontera de los 29-30 años, recuperando de esta manera la inversión realizada. Con Willian puede pasar lo contrario: a punto de cumplir los 30, ha dado sus mejores años al Chelsea y físicamente su potencial ha mermado. No tiene mucho sentido haber hecho ya tres ofertas al Chelsea (55, 59 y 61 millones) cuando el club londinense, consciente del interés del Barça movido por su intermediario, ha puesto el listón del  traspaso en 80 millones. 

Willian es un jugador interesante pero no imprescindible a este coste. La Secretaría Técnica tiene que saber compaginar los intereses deportivos con la rentabilidad económica. Pagar 60 millones por un jugador de 30 años es una dinámica perversa que solo favorece a los intermediarios y comisionistas. A este paso, el PSG por Rabiot, un jugador de 26 años y con un gran futuro por delante, pedirá más del doble, 120 millones. Una escalada peligrosa con mucho riesgo económico.