Vuelve el espíritu de Schumacher en Alemania

El estado de Schumacher, un misterio absoluto

El estado de Schumacher, un misterio absoluto / EFE

Josep Lluís Merlos

Josep Lluís Merlos

Honda lo deja. Se irán de la F1 al final de la próxima temporada. Quienes machacaron al fabricante japonés, ignorando su prestigio anterior a la estrepitosa asociación con el McLaren de Fernando Alonso en 2015, estarán contentos. Su sed de venganza -por algo cuya responsabilidad no está nada claro que fuera exclusiva del motorista nipón- quedará saciada. No deberíamos quedarnos con lecturas fáciles de este cambio de rumbo, máxime ahora que estaban obteniendo buenos resultados en su asociación con Red Bull y Alpha Tauri (cinco victorias, dos poles, seis vueltas rápidas y veinte podios).

La obcecación de quienes querían verlos humillados se impone sobre el triste panorama que se divisa con tan solo tres suministradores de motores en el horizonte inmediato: Mercedes, Renault y Ferrari. Siempre Ferrari; sólo por eso, por su constancia, debería recibir un respeto mucho más grande del que a veces se dispensa a la Scuderia. Y con ese dibujo, el futuro de los equipos de la órbita de la marca de bebidas queda muy en el aire. A Mercedes no le agradará dar motores a quien ya sabe hacer chasis; los mejores, por cierto. Con Renault acabaron a la gresca. Y una asociación con Ferrari parece anti-natural. Pero no hay nada imposible en la F1.

Honda regresó a los GP coincidiendo con la máxima sofisticación de los motores híbridos, y con la voluntad de llevarse hacia sus coches de calle lo aprendido en las pistas. Pero el coste para hacer funcionar esos propulsores es tan salvaje que han decidido dejarlo y focalizarse en la electrificación de toda su gama. Una partida que es algo más que un aviso para navegantes.

Este no será un fin de semana más en la F1. Nurburgring vuelve a ser el escenario de un GP siete años después de su última vez. Y en un lugar con tanta historia destacan tres nombres propios.

Lewis Hamilton puede igualar las 91 victorias que consiguió Michael Schumacher si vence el domingo, después de las trifulcas que tuvo con los comisarios deportivos en Sochi. Si lo hace será un paso más, muy importante, para igualar las siete coronas del Káiser.

<strong>El recuerdo de Schumi estará muy presente</strong> en las montañas de Eifel. Su hijo Mick rodará con el Alfa Romeo con corazón Ferrari. Estremece ver ese apellido en las pantallas de tiempos de un entrenamiento de F1. Le conocí cuando aún era un crío en un entrenamiento privado de karting en el Vendrell. Me emocionó saber que su kart era mantenido por los mismos mecánicos que habían cuidado de mi hijo en su época como kartista, y pude entender mejor que nadie qué hubiera sentido su padre de haber vivido en plenitud aquel instante. Imagínense la dimensión que el estreno de Mick en F1 le puede suponer. Y recordando aquella época, viendo las imágenes del mundial de karting del pasado fin de semana, tan nauseabundamente emitidas por algunos, no puedo por menos que avergonzarme. De quien las protagoniza, y de quienes les han dado esta emponzoñada difusión.

En Ferrari tendrán un ojo puesto en el debut de Mick Schumacher, y otro en la presencia en Alemania de Stefano Domenicalli, el antiguo team principal de los de Maranello ahora como CEO de Liberty Media. Buen lugar para comprobar que esta F1 actual puede ser un autentico infierno… no necesariamente verde.