¡Vuelve el culé pesimista!

¿Recuerdan aquellos culés de antaño que ante partidos cruciales siempre auguraban que el Barça perdería?

El Camp Nou puede vivir una jornada reivindicativa el próximo 18 de diciembre

El Camp Nou puede vivir una jornada reivindicativa el próximo 18 de diciembre / EFE

Carles Sans

Carles Sans

¿Recuerdan aquellos culés de antaño que ante partidos cruciales siempre auguraban que el Barça perdería? Se trataba de una especie del universo blaugrana que durante muchos años estuvo muy extendida y tenía la propensión de ver el vaso medio lleno, cuando no vacío del todo. Eso sí, eran culés de cap a peus, que esbozaban una mal disimulada sonrisa el día que el Barça ganaba algún título. Tenía uno detrás de mi asiento de abonado en el Camp Nou que no hacía más que criticar a un jugador y a otro. Cuando el Barça marcaba un gol, gritaba: “¡Ya era hora!” O según el jugador que anotaba, chillaba: “¡No se lo cree ni él!” En los últimos años, y a partir de los éxitos de la era de Rijkaard y la gloriosa etapa de Guardiola, esa especie parecía haberse extinguido.

Sin embargo, últimamente, a raíz del escaso juego ofrecido por el equipo y los repetidos fiascos europeos de las últimas temporadas, ha vuelto a asomar el preocupante rebrote de estos individuos que se habían ocultado en un letargo silencioso, esperando seguramente, a que llegasen tiempos peores. Como si de una crisálida se tratase, el culé pesimista se está sacudiendo el capullo (con perdón) y empieza a dar síntomas de vida, con ansias de propagar otra vez aquel fatalismo que tantos adeptos reunió en épocas pasadas. 

Esta temporada el Barça gana pero no convence; Messi sigue maravillando pero según el culé pesimista tiene los días contados. Vamos líderes, pero ellos se preguntan por cuánto tiempo; en la Champions hemos pasado como líderes pero jugando fatal y con suerte. Habría que prepararse para una latente plaga de agoreros para cuando Messi deje el equipo, porque, como nada volverá a ser lo mismo, los cenizos arremeterán con ansias renovadas y dispuestos a lamentar la ausencia del astro argentino a cada tropiezo. Pero lo cierto es que hay algo que tenemos claro hasta los más optimistas: después del adiós de Messi, se distingue bien poca cosa. Tal y como me dijo un culé pesimista y recién rebrotado: lo peor está por llegar.