Opinión
Que vivan los centrocampistas (y el fair play)

Aitana Bonmatí y Rodri Hernández coronados como mejor jugador y jugadora de la temporada con el Balón de Oro 2024 / EFE/EPA/MOHAMMED BADRA
“Ganó el fútbol”. La portada del martes de SPORT no podía resumir mejor la noche del lunes en la gala del Balón de Oro en París. Y ‘ganó el fútbol’, en este contexto, tiene muchos significados.
Aitana no sabía que iba a ganar su segundo Balón de Oro, aunque sí que estaba entre las tres primeras. Y ni mucho menos lo sabía Rodrigo, cuando todo el mundo daba por supuesto, porque a alguien le interesó venderlo como certeza incluso cuando no se habían cerrado todavía las votaciones, que lo iba a ganar Vinicius. O no lo supo, al menos, hasta que alguien quiso avisar al Madrid unas horas antes para que pudiesen evitarse un bochorno que acabó siendo casi peor con la pataleta del club blanco.
Ya era hora, y eso es en parte gracias a la entrada de la UEFA en la organización de estos premios, de que hubiese ese factor sorpresa en una gala tan prestigiosa.
Ganó el fútbol, también, porque por fin se tiene en cuenta la clase, el fair play, el comportamiento ético y la deportividad, más allá del rendimiento individual -nadie duda de que Vinicius es un gran jugador- y de los logros colectivos -ahí están la Champions y la Liga, pero nada con Brasil-.
Ganó el fútbol porque el fútbol más bonito, atractivo e interesante, no se entiende sin los centrocampistas, siempre tan infravalorados si no hay números estratosféricos que les acompañan (como a Alexia en su momento), y en París ganaron dos, Aitana y Rodrigo. Que, por cierto, el madrileño fue el primero en ponerse en pie para arrancar la ovación de la platea que merecía la catalana.
Por primera vez, un mediocentro se llevó el Balón de Oro y esto siempre es motivo de celebración. Pero permítanme acordarme, en un día así, de Sergio Busquets, el mejor pivote de la historia que nunca fue reconocido como tal en los grandes premios. Él fue el gran maestro, aunque, siempre alejado de los focos y más centrado en el verde, tampoco lo buscaba. Ni Iniesta, ni Xavi. Pero ya saben, como dijo Aitana en la alfombra roja, es que tuvieron la gran suerte de coincidir en los mejores años de un tal Leo Messi.
Y ganó el fútbol porque ni toda la polémica que se generó con Vinicius y el Madrid -ridícula- estropeó un día tan especial en París. Porque el Châtelet fue una gran fiesta y los discursos tanto de Rodrigo como de Aitana fueron impecables: orígenes, humildad, compañerismo, reconocimiento y agradecimiento. Una demostración de lo que tiene que ser un futbolista que es espejo para tanta gente. La deportividad y la elegancia -por supuesto el talento- también ganan premios
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