El verdadero valor de Suárez

Luis Suárez representa la ambición por el gol

Luis Suárez representa la ambición por el gol / EFE

Gerard López

Gerard López

Ahora que el Barcelona está buscando un nueve para ocupar el vacío que deja Munir en la plantilla puede ser el momento de darse cuenta de la trascendencia de Suárez en el juego del juego. Su actuación en el partido contra el Eibar fue descomunal porque desencalló un encuentro complejo por la presión alta que ejercía el equipo vasco y porque el Barça no llegaba a portería ni encontraba huecos en la defensa rival.

Pese a no disponer de muchas ocasiones de gol, el rival puso en apuros al Barcelona y Suárez se encargó de desmontar todo el entramado del Eibar hasta conducir a su equipo a un nuevo triunfo. Marcó dos golazos demostrando una gran técnica individual en los remates (uno con el exterior y el otro con el interior), dio uno a Messi y le ofreció una asistencia de tacón que bien pudo ser el segundo del argentino.

Más allá de sus acciones individuales, el verdadero valor de Suárez está en su capacidad para transmitir a sus compañeros un ansia irrefrenable por la victoria. Suárez contagia su deseo por la victoria porque no para en la presión, en sus protestas, en sus exigencias a sus compañeros, en su esfuerzo y en su espíritu insaciable. Este tipo de jugadores acaban marcando al equipo. 

Fue fichado cuando al Barcelona le faltaba mordiente arriba y justo tras el Mundial fue sancionado por morder a un rival. Desde su llegada, Suárez ha teñido al Barça de una ambición sin límites que le ha permitido sumar muchos títulos independientemente del entrenador que estuviera en el banquillo. Aún hoy, cuatro años y medio después de su llegada, Suárez no ha bajado su nivel de exigencia y, con esto, el Barça sigue arriba.

Un crack en mayúsculas

El papel de Suárez dentro del Barça puede llegar a ser comparable al de Cristiano Ronaldo en el Madrid. Su manera de ser contagia, hace que el equipo esté despierto y con las alarmas encendidas constantemente. No hay tiempo para el descanso ni autocomplacencia. Su nivel de exigencia acaba siendo el listón del equipo. Si eres Vidal, o Arthur, o Dembélé y ves a Suárez a este nivel, no puedes bajar el ritmo. Suárez es una bendición para el entrenador porque le hace la  vida muy fácil.

Sobre el terreno de juego es, además, agua de mayor para Messi porque interpreta como nadie las necesidades del argentino y las del equipo. Nunca se antepone al equipo sino que siempre está al servicio del grupo. Su primer pensamiento es a favor del bloque y congenia a la perfección con el argentino porque sabe de sus preferencias, de sus necesidades.

Otra de sus virtudes es que puede fallar una ocasión, un pase o una asistencia pero gestiona como nadie su frustración porque ningún error le hará bajar la guardia, renunciar a una jugada o a esconderse. En esto, también acaba siendo un ejemplo para sus compañeros. No se trata de un simple delantero sino de un crack en mayúsculas que potencia a sus compañeros.

No tiene sustituto

Dicho todo esto, el Barça busca a un nueve porque no tiene sustituto y el escogido debe complementarse con el equipo cuando él no esté. No es una tarea fácil porque, a sus 32 años, el Barça puede optar por una opción de futuro o una de presente.

Es una de las dos posiciones que el Barça no tiene dobladas. La otra es la de Jordi Alba, un jugador del que ya hemos destacado su papel dentro del equipo que, al igual que Suárez, acaban marcando la personalidad ganadora del Barça.