La verdad nos aleja de los títulos

Ronald Koeman tiene todo a punto 'para el Barça-Dinamo Kiev de la Champions 2020/21

Ronald Koeman tiene todo a punto 'para el Barça-Dinamo Kiev de la Champions 2020/21 / EFE

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Nadie duda más que mi amigo. Nadie se prepara más y mejor las entrevistas que mi amigo. Es más, mi amigo sufre (para bien) cuando debe hacer una entrevista y, miren, vive de eso. Cuando digo sufre, me refiero al placer de saber que su obligación es no fallar, encontrar la pregunta adecuada para el momento justo. Es más, su obsesión suele ser ponerse en la piel del telespectador (aficionado) e intuir qué le gustaría saber del personaje que tendrá, al rato, frente a su micrófono.

Pero lo que no sabe mi amigo, perdón, sí lo sabe, sí, ¡menudo es él!, es que las buenas entrevistas no funcionan al 50%. Las buenas entrevistas son aquellas en las que el entrevistado tiene ganas de contar cosas, tiene ganas de decir la verdad, mejor aún, de explayarse, soltar lo que piensa. Y el problema de mi amigo, que sí, lo sabe, sí, porque es de los mejores, es que, por más vueltas que le dé (y le da muchas), el triunfo en la entrevista te lo suele proporcionar el de enfrente, es decir, el entrevistado, que, en su caso, ha sido (casi) obligado a colocarse ahí por el jefe de comunicación del club.

Por eso su podcasts ‘El Pelao’, charla entre calvos (él lo es ¡y a mucha honra!), son tan buenos, porque ahí sí es libre y todo lo que se ha preparado surte efecto. ¿Por qué?, porque el que tiene enfrente mi amigo, que, por cierto, se llama Ricardo Rosety, sí tiene ganas de hablar, sí está ahí para contar cosas y sí quiere explicar la verdad, incluso del día que empezó a darse cuenta de que se estaba quedando calvo, que suele ser la primera pregunta de ese delicioso vídeo. 

Hago esta personal introducción (ya saben, esto se titula ‘Las cosas de Emilio’), porque, el pasado martes, justo en la previa del Barça-Dinamo de anoche, Rosety mantuvo una pequeña charla con Ronald Koeman sobre la verdad. Era un elogio (y espero que así lo entendiera ‘Tin Tin’) sobre la particular manera que el míster holandés ha entendido que debe afrontar su nueva etapa azulgrana, diciendo lo que piensa, la verdad, sea sobre la falta de concentración de Ansu Fati, la ausencia de gol de los delanteros (empezando por Leo Messi, que igual, al cierre de esta página, ya lleva tres goles ante el equipo de Kiev), el descarte de Suárez, la sugerencia a Riqui Puig de que se busque equipo, la pifia de Neto... 

“Todos tenemos nuestras virtudes y defectos”, le vino a decir Koeman Rosety, “pero si algo no puedo hacer en estas circunstancias es mentir, he de decir la verdad, he de decir lo que ocurre, cómo lo veo, lo que pienso, porque no me apetece mentir, porque creo que no debo mentir por el bien de todos”. Escuchando esa respuesta de Koeman, pensé que Rosety, que ya ha empezado a conocerle, intentaba descubrir, o reafirmar, en la masa social azulgrana, más allá de la genérica ‘gent blaugrana’, que el Barça tenía, ahora, y no se sabe por cuánto tiempo, alguien que va de frente, que dice la verdad.  

Y, de pronto, pensé en la entrevista que le hizo, el pasado mes de marzo, Nuria Navarro, una de las extraordinarias periodistas de El Periódico, al publicista Lluís Bassat, excandidato a la presidencia del Barça. “En tiempos de miedo, hay que decir la verdad. En tiempos de dificultad, se debe ser transparente. La única manera de obtener la confianza de los otros es diciendo la verdad. En tiempos de miedo, no se puede mentir”, comentó el autor de ‘Sueña con Luther King, habla con Obama, manda sin mandar y sé tú mismo’

La verdad está muy cara. Miren al mandamás del mundo, que se niega a aceptar los resultados. Pero la verdad es lo único que nos puede salvar. Y ya no digamos en el caso del Barça. Esta muy bien que, de pronto, nos encontremos, después de tanto caos (no estoy escribiendo, no, después de tanta mentira ¡Dios me libre!), de tanto enfrentamiento, tras tanta ‘rauxa’ y pandemia, con un entrenador que dice la verdad y un presidente de gestora, Carles Tusquets, que, ante la dificultad tremenda de la situación, no piensa hacer de trilero, disfrazando, disimulando, la gravedad de la situación

Pero me temo que nada de eso (me refiero al imperio de la verdad) será el pan nuestro de cada día cuando, a partir de Navidad, intuye Tusquets, convoque las elecciones. No digo que todos los precandidatos (los 124 que parece habrá) vayan a mentirnos, pero me temo que no van a querer decir la verdad. No habrá nadie, ya verán, que cuente que vienen años muy, muy, difíciles. Tanto que sería momento de replegarse, recoger velas, evitar la grandilocuencia, centrarse en la economía del club, no prometer (ni seguir prometiendo) imposibles. Hacer, sí, la revolución en el vestuario y acabar con el ‘sottogoverno’ que impera en la parte ejecutiva y profesional del club. 

Todo eso con humildad (por eso hay que decirlo en público) y si se pasan unos años sin títulos, no pasa nada. Ya, sí, que es imposible. Vale, pues sigamos soñando y sin hacer limpieza. Se equivocarían. Es momento de contar la verdad y pensar, solo, en salvar el club. Por más que duela.