¿Verán la final Messi, CR7 y Neymar?

Ivan Rakitic y Luka Modric durante el calentamiento previo al partido entre Croacia y Rusia del Mundial de Rusia 2018

Ivan Rakitic y Luka Modric durante el calentamiento previo al partido entre Croacia y Rusia del Mundial de Rusia 2018 / AFP

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Sí, yo también pienso en la final del Mundial, de ese apasionante Francia-Croacia, que provoca todo tipo de comentarios y pronósticos. Da la sensación de que el mundo está feliz porque se han producido las dos cosas que más polémica provocan entre los que se pasan el día hablando, jugando, comentando, divirtiéndose charlando sobre fútbol. Aquellos que defienden la lógica, el favoritismo de los de siempre, la calidad de los que ya son los mejores y/o campeones y los que apuestan por la novedad, la modernidad, lo distinto.

También, también, esa final enfrenta (es un verbo, tal vez, inadecuado) a los que defienden a las estrellas consumadas, bueno, a las megaestrellas, y los que apuestan por el juego de equipo, por aquellos trabajadores duros, disciplinados y sacrificados. La final ¿verdad? tiene de todo y, en esa dirección, en la de la tertulia de Canaletes (término perdido, muy antiguo, ¡ya nadie discute de fútbol junto a esa fuente!) contenta a todo el mundo.

Hay estrellas, como Pogba, Mbappé, Rakitic y Modric y hay gente de pico y pala. Hay un equipo que se sabe superior y que, aunque no lo parezca, tiene bastantes más tambores que   violines, Francia, y un conjunto que, junto al arte y orfebrería de Modric (¡Dios, que futbolista, de verdad! ¡cuánta razón tiene Rakitic al decir que duelen los ojos al verle vestido del Real Madrid, jajajaja!), hay muchísimo esquema táctico y, sobre todo, mosqueteros salvadores. Si alguien es uno para todos y todos para uno, esa es Croacia, como país y como selección.

Pero, lo siento, no puedo separar esa gran final del papelón que han jugado (o no jugado, perdón) los tres únicos megacracks que existen. Me los imagino, este domingo, sentados frente a un inmenso plasma  preparados para el partido que deseaban protagonizar ellos. Porque ¿verdad que Messi, Cristiano y Neymar verán la final? No todos los que me rodean piensan como yo. Bueno, todos sí creen que Messi estará con los suyos (nadie sabe dónde) viendo el encuentro, sí. A Leo le apasiona el fútbol y algún que otro amigo tiene en esa final. La verá, fijo.

De Cristiano, ya hay más dudas. Siendo como es, considerándose el ombligo del mundo, contratado ya por la Juventus, conseguido su objetivo tras la conquista de la Champions, hay quien duda de que se siente para ver lo que hacen otros, alguno de ellos, incluso, como Modric, por ejemplo, rivales íntimos en la lucha por el Balón de Oro. No, CR7 no verá la final, estará acicalándose en su exclusivo hotel de esa islita griega antes de coger el jet privado, al día siguiente, lunes, para protagonizar su masiva presentación en Turín.

Sobre ‘Ney’ también existen dudas, aunque es muy probable (yo me inclino por esta versión) que sus amigos, los ‘Toiss’, a los que, después de la fiesta, lo que más le gusta es el fútbol, le obligarán a preparar un fiestón tremendo en su mansión brasileña para ver el partido y, antes y después, oir reguetón, baile, caipirinhas y bañito.

Podemos teorizar sobre estos extremos e, incluso, pasarlo bien mostrando opiniones enfrentadas. Es más, los hay que comparten la tesis de que ni Messi, ni Cristiano, ni Neymar Júnior tenían selecciones, equipos, seleccionadores, compañeros a la altura de lo que son y representan ellos. Yo, desde luego, no me encuentro entre estos opinadores, entre otras razones porque lo que venden ellos tres, sin verbalizarlo, claro, es que son casi únicos y, por tanto, capaces de convertir a una peña de amigos en campeones del mundo.

Pero, no, el fútbol no es eso. El fútbol no es el fútbol sala donde, entre cinco, si uno en Messi o Ricardinho, igual ejerce de milagrero. Son once, demasiados como para que no se noten los otros diez. Y, en ese sentido, aún recuerdo aquella legendaria y mítica frase de Vujadin Boskov cuando su Real Madrid se enfrentó, por vez primera, al Barça de Maradona. “¿Que cómo voy a hacerlo? Muy sencillo, pongo al peor de los míos con el mejor de ellos, Maradona, sí, y jugamos los diez mejores míos contra los diez peores de ellos”. No, amigo, no, el fútbol no funciona así.

De modo que ni siquiera compartiré la última gracia de Diego Armando Maradona, que para cerrar su programa de TV en Argentina disculpó a Leo Messi del Mundial que hizo “porque pretendíamos que él lo resolviese solo y no se puede jugar con futbolistas, como Biglia o Enzo Pérez, a los que Leo les pasaba la pelota y le devolvían una carretilla de adoquines”.

Digámoslo ya, Messi, CR7 y Neymar hicie-ron un pésimo Mundial. Y punto. Con o sin selección, con o sin compañeros a su altura.