El VAR, ese invento maravilloso

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El VAR ha actuado por primera vez en el Francia - Australia / AFP

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Sé que va contra los puritanos pero, al menos en este caso, los puritanos deberán buscar otras razones para defender que el fútbol no necesita de esas ayudas. Sí necesita de ellas, entre otras razones porque, aunque el fútbol siempre ha pretendido, siempre, y no importa el continente ni siquiera la federación que se implique en la polémica, estar al margen de la tecnología, de las innovaciones. ¿Por qué?, pues porque el fútbol debe jugarse, dicen ellos, con las leyes de hace decenas de años, casi siglos. Y porque es igual para todos. Y porque los árbitros se equivocan en todas direcciones.

Pero no, amigos, no, yo creo que no tiene sentido que la evolución de los tiempos, de la sofisticadísima (y perfecta, o casi) tecnología no se utilice, precisamente, para hacer este deporte, el deporte rey, como poco, más justo. No se puede estar, en todos los índoles de la vida, contra la justicia, contra premiar al bueno y sancionar al malo, al pillo, al tramposo. Claro que los viejos del fútbol, esos señorones que se creían los dueños de este deporte, siempre han estado en contra de la modernidad. Para todo. Pero, al final, ha imperado el sentido común. Que no desaparecerá la polémica, cierto. Que el VAR, el videoarbitraje, no lo soluciona todo, también es verdad. Pero, amigos, el Mundial de fútbol está siendo, para mí (para gustos, colores), una auténtica gozada en ese sentido. Es decir, la ayuda arbitral está siendo espectacular y, por supuesto, está generando que los resultados sean, como poco (que ya es mucho, que lo es todo) muchísimos más justos.

Se han producido doce penaltis (dicen que vamos camino de récord) y, según tengo entendido, en seis de ellos ha intervenido la sala del VAR con muy buen criterio. Y no solo eso. He visto cómo se corregía alguna que otra amarilla, pues el colegiado se había confundido de jugador. Y, sobre todo, sentí un placer especial (y en eso el VAR sí es maravilloso) cuando el colegiado del Brasil-Costa Rica rectificó (tras el aviso del pinganillo) sobre el ‘piscinazo’ de Neymar, que, por supuesto, no fue penalti ni por asomo. Y que, por supuesto, sin el VAR, se hubiera señalado porque, en realidad, el árbitro se lo tragó. Así de bueno es ‘Ney’. Y pillo, sí.

Otro punto que los viejecitos (y no tan viejecitos, y no tan tradicionales, y no tan antiguos) utilizaron para no creer en el VAR, para impedir su puesta en marcha, fue que era un latazo porque interrumpía el juego, lo ralentizaba, tardarían mucho, decían, los árbitros en hacer la consulta. Más falso, imposible. No tardan nada. Es una interrupción diminuta, mínima, casi inexistente. Muchííííísimo menor que las trampas que hacen los futbolistas para perder tiempo, desde luego.

Insisto, no tenía sentido que la tecnología, los avances, hubiesen llegado a todos los deportes multitudinarios y los abuelitos se negasen a que el fútbol cambiase. El fútbol no ha cambiado, sigue siendo el mismo pero, ahora, es muchísimo más justo que hace unos meses. Mucho más. Y de eso deberíamos alegrarnos no encontrarles peros, pues ‘peros’ tenía muchos más antes, cuando los árbitros la pifiaban continuamente y no pasaba nada. Sí, el resultado se falseaba muchísimo más que ahora.

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