El VAR ayudó al Madrid pero el Barça no hizo los deberes

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César L. Menotti

César L. Menotti

El Real Madrid tiene un peso específico desde la influencia que condiciona los arbitrajes. Se impone su camiseta en los fallos arbitrales. Pero también sucede con el Barcelona. Son equipos que tienen una hegemonía que ante cualquier error sobre todo en etapas decisivas, es factible que los árbitros se sientan en obligación de favorecerlos. 

Se suponía que el VAR tenía que minimizar justamente los errores y representar una instancia de análisis de los fallos que sea más equitativa para ayudar al fútbol y a la transparencia. Pero visto lo que se ha visto en estas jornadas de liga no me termina de convencer  su aplicación.  Puedo entender si se utiliza para determinar si la pelota cruzó o no la línea de gol, como en tenis. Pero en acciones de juego su intervención provoca una interferencia que no favorece ni al deporte ni a los arbitrajes. 

Hubo varias jugadas, pero es muy representativo lo que sucedió en el partido entre la Real Sociedad y el Real Madrid. En la jugada de Benzema yo estaba segurísimo que estaba en posición adelantada. El gol de Toni Kroos debió ser anulado por fuera de juego en el inicio de la jugada. Lo más llamativo  es que ni el árbitro ni el VAR se detuvieran a analizar la jugada y determinaron  válido el gol. 

Luego el penal cobrado a Vinicius, en el que se ve que el jugador busca la falta adrede, se acudió al VAR para determinar si era penal. Se interrumpe el juego. Siguen demorado en las decisiones entre el árbitro y la sala de VAR que rompen la relación de los protagonistas con el escenario. Se traslada la decisión a una cabina con 10 televisores y no se sabe bien el como ni el porqué se toman las determinaciones porque se desconocen las conversaciones que se mantienen entre el árbitro y los analistas.

Y finalmente se decide darle el penal al Real Madrid que Ramos transformó en gol. Hay una linea  fina entre la objetividad y la  interpretación, que han convertido al VAR en motivo de polémica constante cuando en realidad debiera ser una herramienta para hacer justicia.

Más que fútbol el partido se convierte en una obra de teatro, en el cual jugadores, el árbitro que está justamente para impartir justicia y castigar la simulación y la trampa permite que el jugador opine, los entrenadores opinen, el VAR opine, y en el tumulto ya no se saben porque se toman determinadas decisiones a favor o en contra del un equipo. Hasta el colegiado simula. 

Ante esta situación  prefiero que el que se equivoque en el manejo del equilibrio sea solo árbitro. La tecnología de momento no está ni  aportándole al juego ni  tampoco a potestad de los arbitrajes. Son innovaciones que aun no e convencen. Sobre todo cuando las desiciones arbitrales se desdibujan y dan lugar a la sospecha de que favorecen a los más poderosos, como vimos en el último partido del Real Madrid. 

Si no existiera el VAR uno diría: ¿Se equivocó el arbitro. ¿Pero como puede equivocarse tanto el VAR? Las repercusiones además ante los errores son mayores. El negocio es tan grande que sigue incorporando cosas que pertenece más a otros órdenes que al espíritu del deporte.  También creo que para los árbitros no debe ser sencillo dirigir sabiendo que hay una cabina con  analistas examinando sus fallos. 

En mi experiencia dirigiendo al Barcelona no podría decir que alguna vez me haya sentido afectado por los arbitrajes cuando enfrentábamos al  Madrid. Es más podría decir que en algunos momentos hasta nos sentimos favorecidos pero nunca sentí que nos protegieran. 

En este sentido el Madrid siempre tuvo otro peso y otra repercusión. No es lo mismo hacer perder un partido al Madrid por un fallo arbitral que al Getafe. Pero también diría que  a veces ese favoritismo se exagera. Los fallos en pequeñas acciones no hacen a un equipo ganar campeonatos. Ahora si esos fallos se repiten en estas instancias en las que se disputa un campeonato de once fechas para definir la Liga, ya es otra cosa. Nunca creo que los arbitrajes sean definitivos. 

Pero también tengo que decir que más allá de los errores arbitrales que favorecieron al  Madrid, el Barça no hizo lo que debía hacer para ganar el partido frente al Sevilla. No jugo bien siquiera desde el órden sino como un equipo lleno de urgencias para resolver.