Valverde, a lo suyo

Valverde elogió el arranque del Huesca

Valverde elogió el arranque del Huesca / Valenti Enrich

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Lo conozco y es tan maravillosa persona, tanto, tanto, tanto, que jamás estallará. Nunca. Jamás. Ya pueden decir todo lo que quieran, ya pueden escribir las barbaridades que quieran, ya pueden televisar las tonterías que quieran, él nunca responderá, nunca, jamás, se enfadará. Él sabe dónde está, conoce a la perfección cuáles son sus fuerzas, sabe quiénes son sus amigos, no tiene dudas de sus aliados (muchos, muchos, no tiene, la verdad, ni los necesita, ni los busca y menos pretende ganárselos) y, sobre todo, lo único que le interesa es la relación con sus jugadores, el entrenamiento, tenerlos el mayor tiempo posible (por eso está contentísimo con que Luis Enrique se haya olvidado de Alba y Messi haya decidido descansar, un tiempo de la albiceleste) y, sobre todo, conseguir los objetivos para los que ha sido contratado y por los que lleva peleando años, años y más años.

De ahí que a Ernesto Valverde le dé totalmente igual que algunos de los grandes gurús de nuestro periodismo empiecen a debatir si ha abandonado el tiki-taka, la inspiración cruyffista, el 4-3-3 o, como arrancó la retransmisión el sustituto del gran Puyal, si el Barça “debería subir el listón de su fútbol y no pensar solo en ganar, en los tres puntos, en el tres de tres, en el nueve de nueve y divertir más a su público, que para eso se viene al estadio”. Claro que otro gran gurú de TV3 dijo el otro día que “el declive de Messi no está tan lejos como pensamos”. Como piensa él, digo yo, pues por lo visto ayer ante el Huesca, por lo hecho y por lo que facilitó, por cómo jugó e hizo jugar, no sé, no sé.

Insisto, a Valverde y me temo (o no) que al vestuario del Barça, todas estas teorías y exigencias le traen sin cuidado. El Barça ganó, la pasada temporada, el doblete y, sí, hizo el ridículo en Roma. Y, en esta, sale, como siempre a por todas. No tiene sentido alguno seguir viviendo en el pasado. Bueno, en el pasado que ellos, los gurús del cruyffismo, ni siquiera del guardiolismo, pues Pep sigue pensando que el Barça es la repera y así lo declara, día tras día, ya no digamos sobre el juego de Messi, establecen como norma a seguir, perdón, a exigir.

Valverde quiere ganar cada día. Y quiere ganar todas las competiciones. Y quiere jugar como jugaba el mejor Barça de la historia que para unos es uno y para otros, otro. Y unos días, señores, jugará mejor que otros; y unos días, caballeros y señoras, <strong>ganará por 8-2</strong> o ganará solo por 0-1; y otros, sí, otros, perderá porque fallará goles cantados, o sus disparos irán al palo o, simplemente, el rival será mejor.

Ayer, sí, ayer mismo, ya no solo hablaban de la muerte del juego bonito, del 4-3-3, ayer hasta criticaron a Valverde porque sigue con su once titular y no pone a los nuevos fichajes. Después del 8-2 y de que salieran un ratito tres de ellos, no les oí nada más. Bueno, no los oí porque apague la radio, sí, lo siento. O no.

Esto solo ocurre en el Barça, alrededor del Barça, en el entorno del Barça. Y eso lo sabe Valverde, mejor que nadie. Es más, eso se lo sabe Valverde de memoria. Y le da igual, absolutamente igual. Tranquilos que no abrirá la boca. Nunca. Y menos contra los gurús.