A Valverde, sólo lo que es de Valverde

No le será fácil a Valverde revertir la opinión quetiene de él un sector bastante amplio del barcelonismo

Valverde, durante el pasado encuentro en San Mamés

Valverde, durante el pasado encuentro en San Mamés / EFE

Jordi Costa

Jordi Costa

Teniendo en cuenta cómo acabó el curso pasado, no le será fácil a Valverde revertir la opinión que

tiene de él un sector bastante amplio del barcelonismo. Se le exige ganar aún más de lo que ha

ganado en sus dos primeras temporadas y se le implora que su equipo produzca un fútbol más

atractivo. Si será capaz o no, lo veremos en adelante. De su continuidad, se deduce que por lo

menos Bartomeu sigue confiando en ello, pero convendría no ponérselo más difícil.

Guste más o menos su prestación como entrenador, no se le puede negar al Txingurri su

comportamiento responsable como hombre de club.

Cuando se quejó de que su equipo haya

repartido la pretemporada por tres continentes, porque al departamento comercial se le cayeron

dos partidos que tenía apalabrados en China y los cambiaron a última hora por otros tantos en la

otra punta del mundo, tenía razones para hacerlo con peores maneras. Porque al que todos

señalan cuando se produce la primera derrota es al técnico, y es obvio que el equipo llegó en

inferioridad de preparación respecto al Athletic.

También lamentó el estratega barcelonista que no se cierre el mercado de fichajes coincidiendo

con el inicio de la temporada oficial. Otra vez con elegancia, señaló a la normativa española antes

que al club, cuando lo cierto es que trabaja sin saber qué plantilla tendrá el 3 de septiembre.

Cuentan desde los despachos que a Valverde le parece bien la repatriación de Neymar, aunque

suene complicado gestionar un once con cuatro delanteros aparentemente intocables, pero el

caso es que, a día de hoy, es imposible saber si va a poder contar o no con él y, en consecuencia,

si va a tener que rediseñar su plan de juego sobre la marcha.

Como tampoco se sabe, si Rakitic,

uno de los jugadores fetiche del técnico, seguirá en el equipo y, por lo tanto, si tendrá sentido que

Sergi Roberto haya abandonado el lateral para engrosar la nómina de centrocampistas.

A Valverde se le debe juzgar por el rendimiento que tenga del equipo. Pero si el presidente ha

decido que disfruta más ejerciendo de vicepresidente deportivo -y comprando más cromos que

necesidades- o si la masa salarial se ha disparado de tal modo que hay que hacer equilibrios para

reforzar el plantel, no se puede mirar siempre al entrenador por más que este no eleve la voz. Las

idas y venidas de futbolistas -Paulinho, Yerry Mina, Malcom, Neymar- delatan una falta de rumbo

que no es responsabilidad del entrenador. Y cada palo debería aguantar su vela.

DEMBÉLÉ Y EL LIBRE ALBEDRÍO

A diferencia de lo sucedido con Coutinho, el Barça ha confirmado su apuesta por Dembélé este

verano, de manera implícita negándose -por lo menos hasta la fecha- a desprenderse de él y de

manera explícita con las declaraciones del presidente situándole por encima de Neymar. Y sin

embargo, cada vez cuesta más creer que el francés acabe triunfando en el Camp Nou.

El problema ya no son sus reiteradas lesiones musculares, para las que es obligado encontrar una

solución como en su día sucedió con Messi, sinó que se va confirmando que Dembélé tiene más

afectado el criterio que la maquinaria.

Es difícil de explicar que, tras haber notado molestias en Sam Mamés, el chico prefiera escaparse

de fin de semana que someterse a las pruebas médicas de rigor. Y siendo inquietante que los

médicos del club se preocupen más por sus piernas que el propio interesado, todavía lo es más

que el Barça sea cada vez menos capaz de imponer sus normas por encima del libre albedrío de

los futbolistas.

Sin contar, por el momento, con la llegada de Neymar, Dembélé deberá remar mucho para

hacerse sitio en una delantera más competida a raíz de la incorporación de Griezmann. Y es una

pena que un futbolista con tantos recursos individuales para ser un extremo desequilibrante pierda

la carrera por no saber acertar en la toma de decisiones. Dentro y fuera del campo.

FUERTE: VÍCTOR VALDÉS

Siempre le dio igual qué dirán de él. Retirar al Juvenil del Barça de un torneo amistoso, por

considerar que jugar dos partidos con una hora de margen ponía en peligro a sus jugadores, le

honra. Y debería sonrojar a quien no se informó del formato del torneo.

FLOJO: COUTINHO

Más allá de la ruinosa operación económica que ha supuesto su fichaje, el brasileño se marcha

cedido dejando la sensación de que no volverá y de haber sido incapaz de rebelarse para

demostrar que su calidad sigue ahí. Y no será por falta de oportunidades.