Valverde y los amigos/as de Johan

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E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Repito, uno tiene ya tantos años, se siente tan mayor, que intenta traducir en texto algunas de las cosas que piensa. Y esta página es, sin duda, uno de los lugares ideales para tratar de estampar algunas de las reflexiones que llevo días maquinando. Pero, ya les digo, no sé si acertaré con el estilo y las maneras. Es más, ya habrá quien, llegado a esta línea, deje el texto. Me arriesgaré.

Ya saben, llegó el más divertido y atrevido de los Betis y mi gran amigo Antonio Baquero, compañero de la redacción de El Periódico de Catalunya y auténtico enfermo del conjunto verdiblanco, consiguió una entrevista con Quique Setién. Se fue a Sevilla, cómo no, y volvió aún más enamorado de todo. Y todo, no es solo el beticismo, sino su plantilla, su alineación, su atrevimiento y, sí, claro, su ‘mister’, ese que, en la charla, le dijo que se hubiese dejado cortar un dedo porque le entrenase Johan Cruyff.

A los pocos días, el Betis de Baquero, perdón, el Betis de todos, se presentó en el Camp Nou y rompió todos los moldes, convirtiendo el fútbol en un show y sus goles en una sentencia poco menos que demoledora. Ganó el Betis desde el minuto uno y, aunque pudo pasar de todo, los andaluces se fueron en hombros del fútbol como grandes y merecidos triunfadores.

Y dejaron al Barça y a sus seguidores meditando. Pero, claro, enseguida hubo quien se apuntó a la caza del entrenador, para quitar y para poner. A muchos, a demasiados, les sobraba, de nuevo, ¡Dios que cantinela!, la figura de Ernesto Valverde. Y, a muchos, a demasiados, les encantaba, les hacía ilusión, que Setién aterrizase, ya, ¡zas!, no en el mercado invernal, no, ¡mañana! si hiciese falta.

La clasificación, ya se sabe, puros datos, estadísticas, demasiado resultadista para tenerla en cuenta, seguía cabezona demostrando que el Barça es líder de España y de la Champions, como único equipo ya clasificado para los octavos de la Champions. Y que el Betis, tras esa exhibición, cierta, real, tremendamente cruyffista, era el 12º de LaLiga, a ocho puntos del Barça y con 22 goles menos.

Pero lo grande no fue eso. Eso, con ser inmenso, no fue lo que más me llamó la atención, ya que lo que vino después fue lo que me provocó cierta sonrisa (aunque sé que estas cosas, estos eventos, estos actos, se deben preparar con muchísima antelación), pues ‘Los Amigos/as de Johan’ organizaron un acto en recuerdo del gran Cruyff, en el auditórium de Mediapro, claro, no podía ser en otro sitio, pues todos intuimos quien es el mecenas (rico, rico) de la asociación.

Y, vaya, la estrella invitada fue el mismísimo Ernesto Valverde, al que muchos de esos amigos/as consideran el gran culpable de la pérdida del ADN azulgrana (¿de verdad existe eso?, sí, existe) en el Barça actual. Demasiados amigos/as de Johan quisieran (y hacen bien en pregonarlo, escribirlo, radiarlo y televisarlo) que el entrenador del Barça actual fuese otro y no el ‘Txingurri’. No sé, tal vez Eusebio Sacristán o Joan Francesc Ferrer ‘Rubi’, mira, escogido por Andoni Zubizarreta, en su momento para formarse cerca del Camp Nou, cerquita de ese banquillo. O, por supuesto, el triunfador de la semana, Quique Setién.

Y Valverde, un señor, acudió encantado (¿sí?) al encuentro de los amigos/as de Johan. Como no podía ser de otra manera. Y eso que sabía, él mejor que ninguno de los presentes, que en esa platea no suspiraban por sus conocimientos, ni decisiones, ni alineaciones, ni estrategias, ni relevos, ni planteamientos. Ni siquiera por el doblete del pasado año.

Pero fue, porque Valverde, amigos/as, está muy por encima de esas cosas. Hace lo que cree que debe hacer, con su plantilla, el equipo, las alineaciones, las estrategias y, sí, también con sus planteamientos. Valverde, sí, quiere tener el balón, tanto o más que Setién, Eusebio y/o Rubi.

Valverde, Eusebio y Rubi se confesaron ese día como unos incondicionales de dominar los partidos con el esférico. “Yo lo paso fatal cuando no tengo el balón”, resaltó Rubi. “Tener el balón, hace que los jugadores estén felices y se diviertan. Cuando no lo tienen, se cansan”, advirtió Eusebio.

Y Valverde remató: “Cuando el balón no lo tienes y lo tiene el contrario te pones muy nervioso, pero tienes que se consecuente con lo que quieres: si quieres la pelota, tienes que ser agresivo cuando no la tienes. Si tú quieres no perderla, no quieres que el rival la tenga. Es una pelea continua”.

Aunque más allá de la filosofía, lo que queda es el legado de Cruyff, algo que Eusebio describió con cierta emoción: “Nos hizo disfrutar, hicimos disfrutar a mucha gente, llegamos a conseguir éxito y, a través del éxito, llega la credibilidad. A partir de ahí, todos los que lo hemos vivido, hemos intentado darle continuidad”.

Valverde, demasiada buena persona para ser entrenador. Y, sí, allí estuvo, acudiendo a la llamada de Los Amigos/as de Johan.