Valverde gana el partido, pero pierde una oportunidad

Lenglet firmó el gol de la victoria

Lenglet firmó el gol de la victoria / EFE

Ernest Folch

Ernest Folch

El Barça evitó ponerse colorado con un gol de Lenglet sobre la bocina en un partido que le sirvió de bien poco. Sí, el equipo de Valverde encarriló la eliminatoria, pero unos dieciseisavos de Copa en el campo de la Cultural Leonesa debían dejar en el balance algo más que una victoria ‘in extremis’, sobre la bocina, y conseguida por un titular (Lenglet) a pase de otro titular (Dembélé). El partido fue de una absoluta atonía, provocada por la entrega admirable de los jugadores de la Cultural, que lucharon hasta la extenuación, y a veces incluso más allá con cierta permisividad arbitral. En realidad, el partido dejó en evidencia que en el Barça hay dos clases muy marcadas, la de los titulares y la de los suplentes. Ahora mismo un abismo separa estas dos clases, y lo que las diferencia es esencialmente la confianza que Valverde deposita en ellos, que en el caso de los no habituales es realmente escasa. Con los jugadores del primer equipo, había expectación con la respuesta de Malcolm, que empezó activo, pero terminó perdido, quizás porque es imposible demostrar en 80 minutos lo que no te dejan en tantos otros partidos: su sustitución pareció un castigo innecesario añadido al castigo que ya sufre semana tras semana. En otra categoría, los canteranos titulares estuvieron a un buen nivel: Cuenca y Chumi rindieron bien como centrales y Miranda demostró que con algo más de confianza podría ser perfectamente el lateral izquierdo suplente que no ha sido hasta la fecha. Capítulo aparte merece Aleñá, que incomprensiblemente no fue titular, y que a pesar del desplante del entrenador, fue el mejor jugador de campo, porque jugó siempre con criterio, elegancia y personalidad. Alguien del club debería hablar muy seriamente con el entrenador antes de que provoque la salida de otro canterano valioso de la Masia. A Aleñá se le prometieron minutos y ficha del primer equipo y de momento se le ningunea. En la víspera Valverde hablaba del riesgo de hacer jugar cuatro canteranos, y en cambió eligió el riesgo superior de una posible lesión de Arthur o de Lenglet. En partidos como el de ayer, debería quedar muy claro cuál es el primer objetivo, que es justamente el de mirar a medio y largo plazo, y crear el necesario clima de confianza con los suplentes y especialmente con los canteranos. El cortoplacismo de mirar solo por la victoria en un campo de un Segunda B es pan para hoy y hambre para mañana. Puede que Valverde se quedara satisfecho con el 0-1, pero dejó en León muchos deberes por hacer. Con los cambios ganó el partido pero perdió una oportunidad.