¿Y si Valverde no era el malo de la película?

Ernesto Valverde

Ernesto Valverde / EFe

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Valverde se fue con ganas de desaparecer. No quiere protagonismo, prefiere callar, quedarse con la satisfacción de las Ligas ganadas y la experiencia única de haber ocupado dos años y medio el banquillo del Camp Nou. Se da la paradoja de que en su espléndido finiquito iba incluida una carta de despedida sin rencor, a pesar de que salió por la puerta de atrás y de mala manera.

Por mucho que la llegada de Setién levantara esperanzas e ilusiones, el recuerdo del Txingurri sigue flotando en el entorno ya que la dinámica de un equipo no se cambia en una semana. El Barça continúa jugando al borde del precipicio, sin imponer la superioridad que se le supone. Nadie tiene la varita mágica capaz de transformar un equipo en plena temporada. Un nuevo entrenador puede aportar un plus de motivación pero no puede cambiar la edad ni la mentalidad de los jugadores.

El problema del Barça es más de plantilla que de entrenador. La renovación en los últimos tres años se ha hecho sin la planificación adecuada y se pagan las consecuencias.  A Setién no le pueden pedir milagros, bastante ha hecho salvando los muebles de entrada sufriendo más de la cuenta.

Más allá del resultado, el juego ha sido más de lo mismo, como si Valverde siguiera en el cargo. El equipo necesita una inyección de velocidad y una dosis extra de fuerza física. No puede ser que los rivales corran más. De nada sirve hacer más de mil pases si solo eres capaz de marcar un gol.

No fueron mejor las cosas en Ibiza donde necesitaron una hora para realizar el primer chut entre los tres palos. Los reservas tampoco aprovecharon su oportunidad, tuvo que ser Griezmann, en el papel de Messi, quien salvara al equipo. Setién tiene mucho trabajo por delante para que el equipo esté a la altura de las individualidades.

La directiva se puso nerviosa a raíz de la eliminación en la Supercopa y movió ficha con una rapidez inusitada. Valverde fue el señalado y se llevó más críticas de las que le tocaban. El tiempo y los resultados juzgarán un relevo que solo se justificará con títulos. Entre tanto, más de uno se pregunta después de lo visto contra el Granada y el Ibiza si Valverde era el único malo de la película.

Los jugadores, igual que después de las debacles de Roma y Liverpool, han salido de rositas. Tras el fiasco de Anfield, en un acto insólito de contricción, reconocieron que eran ellos los culpables y no el entrenador. De nada ha servido aquel arrepentimiento, perdieron la final de Copa y tiraron la Supercopa repitiendo viejos errores. Hay que decirlo alto y fuerte, la plantilla mejor pagada del mundo no da la talla, hay que exigirle más.

Sin ser un partido decisivo, el enfrentamiento de esta tarde en Valencia es clave para ver el camino que toma el Barça de Quique Setién. Es una reválida importante frente a un rival que venderá cara la victoria. Hay que salir con las pilas cargadas y dispuestos a luchar a tope los noventa minutos. Ni te pueden marcar un gol de salida ni tienes que dejarte robar la cartera en los minutos finales.