Valverde encuentra en Wembley su hoja de ruta

Valverde saluda a Pochettino antes del incio del partido en Wembley

Valverde saluda a Pochettino antes del incio del partido en Wembley / AFP

Ernest Folch

Ernest Folch

El Barça siguió su particular historia de amor con Wembley, y escogió su campo talismán para curarse las heridas de los tres últimos tropiezos y emprender un nuevo camino dentro de la temporada. La victoria sólida e inapelable del equipo de Valverde tiene pinta de convertirse en un auténtico punto de inflexión porque, después de muchas dudas en los últimos partidos, el entrenador pareció por fin encontrar ayer la tecla que puede estabilizar el equipo.

Y es que Valverde empezó a ganar desde antes del pitido inicial con la alineación atrevida de Arthur, que le permitió enviar, esta vez sí, un mensaje valiente y ambicioso a sus jugadores. Y así fue. El Barça salió en tromba y a los noventa segundos ya mandaba con un trallazo de Coutinho tras un memorable pase en profundidad de Messi, que volvió a convertir el césped de Wembley en su particular jardín.

En escasos minutos de diferencia Leo envió dos pelotas idénticas al mismo palo, que se convirtió en su obsesión hasta que logró perforar la portería de Lloris, suavemente, por el mismo palo, su particular manera de ajustar cuentas incluso con la propia portería. Y tuvo que ser Messi el que sellara la victoria blaugrana tras otra jugada grandiosa.

En esto no hubo ninguna novedad: Messi fue como siempre el alma y el faro de todo el equipo. Lo que sí fue diferente es que esta vez el ‘10’ blaugrana tuvo un equipo detrás y una estructura reconocible, en la que cada pieza encajó por fin de una manera natural: Coutinho en su posición justa basculando entre el 4-4-2 y el 4-3-3, Arthur como conductor de un juego con ADN de la casa, Rakitic otra vez fluido en su hábitat de siempre, y Lenglet y Piqué compenetrados, a pesar de dos goles del Tottenham, que fueron demasiado premio a la inferioridad manifiesta de los de Pochettino. De Wembley el Barça sale revitalizado y con la sensación de que por fin puede haber encontrado su hoja de ruta.

Pero deja por el camino un damnificado de consideración, Dembélé, que fue el gran sacrificado y tuvo que ver la exhibición sin ni siquiera saltar al campo. Valverde sacudió el equipo con éxito, ahora tendrá que gestionar sus efectos colaterales.