¿'Valors' o dinero sucio? Habrá que escoger

Laporta durante la Asamblea

Laporta durante la Asamblea / EFE

Ernest Folch

Ernest Folch

Tres días después de que la Asamblea votara incluir en los estatutos que el Barça “luchará por la erradicación de todas las actitudes machistas, homófobas y racistas”, el club anunció que jugará un amistoso en... ¡Arabia Saudí! El artículo que fue aprobado por el 96% de los socios será debidamente desmentido, si nadie lo remedia, en el país que humilla los derechos de las mujeres, persigue y encarcela a los homosexuales y asesina a los disidentes. Hace ya algunos años, la pésima idea de poner a Catar en la camiseta terminó como el rosario de la aurora, tumbada por los mismos compromisarios que la habían aprobado unos años antes. 

El origen de aquel desastre es el mismo que el de ahora, y se llama dinero. El problema del Barça es que es el único club del mundo que además de querer ganar dinero quiere hacerlo limpiamente y además tener una dimensión social que se resume en el manido ‘Més que un club’. Un problema que no tienen ni el PSG ni el City ni siquiera el Real Madrid, clubes con una masa social a la que les importa un comino el origen de su fortuna. El Barça, en cambio, se autoexige una dimensión moral y ejemplarizante, que es tan loable como peligrosa. Porque ahora mismo el cortocircuito es colosal: después de que la vicepresidenta Elena Fort dijera el sábado que el Barça sería a partir de ahora “un club pionero en la defensa de los derechos humanos” alguien ha querido dejarla en muy mal lugar anunciando esta triste ‘Maradona Cup’ en la siniestra Riad. 

Cierto: el club necesita recursos desesperadamente, pero cuando uno moraliza se supone que es porque su ética no tiene precio. Ahora solo falta saber el precio del artículo 4 referente a los derechos humanos, que es lo que cobrará el Barça si juega el partido. Es probable que Laporta, autor de la maravillosa idea de poner UNICEF en la camiseta, no haya calibrado bien el lío en el que se ha metido el Barça con este absurdo partido amistoso

Sorprende, eso sí, que un cierto barcelonismo tan activo en contra de Catar calle ahora con Arabia Saudí, en una moral de doble rasero ya habitual en cualquiera de la sectas que dominan el entorno. Es posible que, como ya sucedió con un fallido amistoso en Israel, el club termine por rectificar y anule su participación. ¿’Valors’ o dinero sucio? Quizás ha llegado el momento de escoger.