El valor de Messi

Nadie ha ganado más títulos de Copa del Rey que Leo Messi

Nadie ha ganado más títulos de Copa del Rey que Leo Messi / JAVI FERRÁNDIZ

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Más allá de que Griezmann crea que puede sentarse en la misma mesa que Messi y que Neymar creyese, ahora hará dos años, que podía discutirle el Balón de Oro a Leo apartándose de su lado en el Barça, está claro que Messi sigue comiendo aparte en la cúspide del fútbol mundial. Griezmann y Neymar se equivocaron escuchando la voz traidora de su ego en lugar de la la serena reflexión de la razón. Uno eligió quedarse en el Atlético para seguir siendo el número uno en el Wanda y no uno más en el Camp Nou, como le aconsejó su esposa en aquel documental de maldito recuerdo, y el otro traicionó su amor al fútbol por el amor a los millones. Los dos se equivocaron, los dos están arrepentidos, los dos han vuelto a llamar a las puertas del Barça. Los dos, por cierto, están pasando por malos momentos personales. El francés ha salido por la puerta falsa del Atlético dejando un tufo a traición que la afición rojiblanca no le perdonará jamás y el brasileño afronta una acusación por violación a una joven en medio de un escándalo que amenaza con adquirir dimensiones descomunales. Fuera de los terrenos de juego, están quedando retratados y de ahí las dudas y las reticencias del barcelonismo sobre sus posibles fichajes.

Precisamente, los problemas extradeportivos de muchos cracks ponen todavía más en valor la calidad humana de Messi. Parece mentira, pero en los últimos años la realidad se empeña en desnudar a algunas, demasiadas, estrellas que puede que tengan mucha calidad como futbolistas, pero no tanta como personas. Lo de Neymar y Griezmann es de ahora mismo, como lo de Sergio Ramos, que ha pretendido dejar tirado al Madrid y llevarse toda la pasta de un suculento negocio chino. Y por ahí tenemos a Rabiot, todavía ofreciéndose al mejor postor sin el menor disimulo. La huida de Cristiano Ronaldo del Madrid del año pasado también pasará a los anales de las grandes tocatas y fugas de la historia del fútbol, en la que una gran mayoría de cracks han protagonizado escándalos, polémicas, enfrentamientos e infidelidades que no les dejan en buen lugar. Serían largos de enumerar, aquí y ahora, los oscuros episodios de Maradona, la 'dolce vita' de Ronaldo y Ronaldinho, la traición de Figo... Asusta solo recordarlo. Afortunadamente, al fútbol y a los aficionados les queda y siempre nos quedará Leo Messi. 

No les quepa duda de que si Messi es el mejor futbolista de la historia, además de por condiciones técnicas lo es también por sus valores humanos. Lo fácil es compararlo con Diego Armando Maradona, seguramente el jugador que más se le acerca en cuanto a talento. Pero no se trata de humillar a nadie, y menos al 'Pelusa'. Se trata de valorar el modo en que Messi ha elegido vivir. Familia y fútbol, fútbol y familia, lo demás es secundario. Y no crean que no tuvo las tentaciones a las que la mayoría sucumbieron. Recuerdo que cuando Ronaldinho ya había abdicado de su reinado y tiraba su carrera por las noches de Barcelona y alrededores, la preocupación era máxima entre los directivos barcelonistas, pero no por Ronaldinho, sino por un jovencísimo Messi que no tenía precisamente el mejor espejo donde mirarse. Se fue Ronaldinho, mejor dicho, lo echó Guardiola, y todos respiraron tranquilos. Ya no dio Leo un solo motivo más para la preocupación. Ni en quince años ha tenido un solo desencuentro con el club ni con la afición, ni ha amagado nunca con irse ni ha proferido amenaza pública alguna, en el sentido que fuere, para mejorar sus contratos o imponer sus criterios. Todo lo ha gestionado desde la serenidad y el sentido común. Seguramente, el hecho de no haberse puesto en manos de representantes mil, con intereses mil y ambiciones muchos más que mil, le ha ayudado. Ha cuidado su entorno, ha cerrado la puerta a personajes sin escrúpulos, se ha alejado de vividores e impostores y ha ganado. En este sentido, también le ha ayudado haber llegado al Barça a los trece años, haber crecido en un ambiente sano y aprendido a amar a un club y a una sociedad que aprecia la nobleza y a los hombres de bien. Messi es el crack con la cabeza mejor amueblada del momento y de muchos momentos, muchísimos, de la historia del fútbol. Por eso es el mejor.