Vale la pena

Pañolada y gritos de "¡Bartomeu dimisión!" en el Camp Nou (ES)

Pañolada y gritos de "¡Bartomeu dimisión!" en el Camp Nou

Xavi Torres

Xavi Torres

Hay hoy directivos -y también, aficionados- del Barcelona que acusan a determinados periodistas de ser muy críticos con la gestión de Josep Maria Bartomeu.  Curioso. Es como atacar al panadero por hacer pan. De eso se trata nuestra profesión, de fiscalizar el poder para conseguir que ante la presión de los medios cualquier gobierno busque la excelencia. Si, además, existe una oposición potente es posible cerrar el círculo de control, siempre bueno para dar lo mejor de uno. Sin embargo, los directivos prefieren vivir cómodos sobre el colchón de los medios entregados a la vida contemplativa y sin aspirantes que amenacen con quitarles el sillón.

Sique Rodríguez, Adrià Soldevila y Sergi Escudero salieron hace una semana de la zona de confort para denunciar a través de la Cadena SER los abusos en las redes sociales del presidente Bartomeu.  A pesar del escándalo -una chapuza más-, cero directivos dimitidos. De momento, solamente ha caído el jefe del área de presidencia, Jaume Masferrer. A pesar de los pañuelos blancos y los gritos de dimisión, la junta anuncia una investigación interna que sirva para distraer hasta el olvido. No pasará nada pero el trabajo de los periodistas está hecho. Tiempo ahora para los socios...

Lo acaecido, por extraño, sorprende. Los que mandan siempre han querido callar al periodismo pero el drama aparece cuando el gol llega en propia puerta. Duele ver la impunidad de movimientos del poder ante la pasividad de la mayoría de profesionales, atados de pies y manos por jefes más preocupados por su futuro que por el respeto hacia el lector, oyente o telespectador, y por el honor de su medio y el de sus trabajadores. La mediocridad se ha impuesto en las redacciones a base de separar hasta el mobbing a los periodistas con hambre y a elegir para el mando a los compañeros de viaje más apropiados para ejercer el más cobarde de los ejercicios: la autocensura informativa.

Por suerte, aunque sea muy de vez en cuando, algunos pueden escaparse de los grilletes del servilismo. Por eso se agradecen trabajos como el de Rodríguez, Soldevila y Escudero, ahora mismo viviendo bajo la presión y la amenaza del poder y de quienes se sienten amenazados por la opción de un futuro sin la cobertura de los interesados dirigentes del momento. Ante ellos se agradece la valentía de quienes ejercen desde las alturas sin miedo.

La crisis de valores de muchos directivos es fácilmente trasladable a la realidad de nuestra sociedad, también en el mundo de la información, escenario este más lamentable por cuanto todos los que viven ahora de rodillas soñaron un día en convertirse en referencias informativas.

Toca seguir en la batalla porque vale la pena, aunque sea desde la marginalidad que el sistema tiene preparado para todos aquellos que tratan de irse a dormir sin dolor de barriga.