Vacas sagradas

Ernesto Valverde resaltó la remontada del equipo azulgrana

Ernesto Valverde resaltó la remontada del equipo azulgrana / VALENTÍ ENRICH

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

La frase o, mejor, la definición, exacta, precisa, punzante es de Johan Cruyff. El gran Johan nos dejó muchas expresiones que definen aspectos del fútbol que la inmensa mayoría necesitaríamos dos o tres folios para explicar. Vacas sagradas es una. Dos palabras que llegan al cerebro de la gente con una claridad meridiana. Hay otra, empero, que creo que es mejor. Una sola palabra, el summum de los summums. “Entorno”.

Referido al Barça, toda esa cantidad de personas, personajes y personajillos, situaciones, agravios, historias del pasado, conflictos e intereses que inciden en la gestión del club. Todo eso, insisto, resumido en una palabra. ¡Brillante! Pero hoy no es día de entornos, es momento de vacas sagradas. Pues bien, Cruyff ejemplarizó con estas dos palabras la necesidad de que los jugadores con más experiencia y peso específico en el equipo dieran un paso adelante para remontar una situación deportiva complicada en la que se podía escapar la Liga en 1993. El entrenador holandés pretendía tocar la fibra de los cracks, responsabilizarlos de lo que estaba pasando y echarles todo el peso de la carga de lo que podía pasar. Lo consiguió. El Barça ganó aquella Liga en el último partido.

Estamos hablando del Dream Team y, como comprenderán, allí había mucha vaca sagrada. El momento, sin embargo, no escondía la auténtica filosofía de la frase. Vaca sagrada equivale a intocable, a concepto protegido por ley, a poder inmenso. De nuevo aplicado al fútbol, a esos jugadores, básicamente, pero también, aunque no es el caso, directivos o personajes oscuros infiltrados en centros de poder que con el tiempo han adquirido una fuerza que les blinda de manera perceptiblemente eterna. Eso consiguió Cruyff que todos entendiéramos en 1993. 

Veintiséis años después, el concepto vacas sagradas sigue plenamente vigente, solo que el actual entrenador del Barça ha decidido actuar sobre la parte perniciosa del mismo. Tras dos temporadas en las que tocar a los intocables le daba calambre, Valverde parece dispuesto a decidir según los méritos de cada jugador y no por sus nombres y apellidos. Es lo que debería ser siempre, pero, lamentablemente, es lo que acostumbra a no ser nunca. Son demasiados los riesgos que asumen los que toman las decisiones y solo en el caso de que se haya fracasado anteriormente por cobardía surge la valentía necesaria.

Es el caso de Valverde y del Barça. Y así, Busquets ya no es titular indiscutible; Rakitic ha pasado a suplente casi indiscutible; a Suárez se le ha puesto un Griezmann en su zona de confort, que a su vez ha dejado de ser vaca sagrada a los pocos partidos, y ha aparecido un Ansu Fati como ejemplo de que con un talento de dieciséis años se puede sentar en el banquillo a una trayectoria aburguesada de no importa cuánto tiempo. Me parece perfecto, porque aquí la única protección la deberían dar los rendimientos y actitudes presentes, jamás los méritos pasados. Sin vacas sagradas habrá competencia y esfuerzo. ¡Ojalá esta percepción de que la determinación de Valverde va en este sentido sea cierta y duradera.