EN LA ORILLA

Unas líneas sobre Thiago

Martí Perarnau

THIAGO ALCÁNTARA siempre fue un adelantado. Debutó con el primer equipo del Barça siendo juvenil y con 18 años ya disputó partidos de Liga. A todas las edades quemó etapas y fue un prodigio de precocidad, talento y esfuerzo. Ahora, a los 22, por segundo año consecutivo aparece en portadas como posible traspaso de verano e, inevitablemente, uno piensa en el Xavi de 2002 o el Iniesta de 2006, cuando ni uno ni otro se sentían firmes en sus puestos: el primero era víctima de la sombría etapa que vivía el equipo durante aquel bienio negro; el segundo era el chico para todo del equipo, con demasiada gente por delante suyo. Cualquiera de los dos podía haber salido del Barça en aquel preciso momento y el equipo no se habría hundido, pero nos habríamos perdido sus mejores años. A Xavi aún le costó bastante tiempo consagrarse, pero cuando lo hizo ya resultó aplastante. Iniesta incluso resultó decisivo en el mismo 2006 pese a salir a menudo desde el banquillo.

No podemos saber lo que sucederá con Thiago si se queda. Si será tan influyente como Xavi pese a jugar distinto; o tan determinante como Iniesta, ocupe la posición que ocupe. Pero sabemos lo que ha hecho hasta ahora y puede ser un indicativo: ha encajado las críticas con deportividad; corregido sus errores sin poner mala cara; aprendido dónde están sus carencias; resurgido de las malas noches como aquella frente al Málaga; y apoyado siempre al colectivo por encima de cualquier egoísmo, le tocase a él lo que le tocara del pastel, incluso si debía regresar al Barça B para echar una mano. Su actual temporada ha sido decepcionante, desde luego, pero el futbolista que no haya sido irregular a los 22 años que levante la mano.

Quienes manejan el porvenir de Thiago como jugador del Barça sabrán lo que hacen. A distancia, a uno se le antoja un jugador que simboliza bastante más que cuadrar el balance económico de una temporada. Por el rendimiento que puede ofrecer en el futuro pero sobre todo porque si él sobra, entonces ¿quién queda?