Una rosa para Leo Messi

Leo Messi, en la celebración del gol

Leo Messi, en la celebración del gol / sport

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

 ¿Y ahora qué? ¿Y ahora quien los cambia? ¿Y ahora, siguen queriendo revolución o es suficiente con evolución, retoques? La verdad es que lo que hizo el Barça en el estadio Santiago Bernabéu fue, no solo una demostración de su poderío futbolístico, que también, sino una demostración de que posee, por supuesto ¿alguien lo sigue dudando, por favooooor…..?, el mejor jugador del mundo, el mejor de todos los tiempos, el mejor de los mejores, por mejores que fuesen todos esos nombres que todos, todos, tenemos en nuestra mente. Se llama Leo Messi.

El Barça demostró que el Madrid se aguanta con alfileres, se mantiene gracias a la suerte y a muchas otras cosas, que no vale la pena recordar. Los barcelonistas demostraron que cuando un equipo pone, además de fuerza, estilo y ganas, corazón y coraje y, sobre todo, amor propio, se puede conseguir todo. Porque ese gesto de Messi tras marcar su gol 500, ese sacarse la camiseta, su camiseta, la nº 10 y enseñársela a miles y miles de merengues, de perdedores, es un gesto de amor a ese escudo y, sobre todo, de cariño a la ‘gent blaugrana’, la misma gente que hoy, mañana y/o pasado está esperando que Bartomeu enseñe ¡ya! la renovación.

Porque era el día, era la noche, era el rival, era el momento y era la última oportunidad de una temporada que puede ser dudosa pero que ya tiene, como poco, como mucho, como mínimo, la mejor de las victorias, la conseguida en el mismísimo Bernabéu el día de Sant Jordi, volviendo loco al Madrid y sus jugadores, sacando de quicio a Ramos y logrando el gol del triunfo en el minuto ‘noventayramos’.

Fue una obra de arte futbolística, más fruto de creer, de necesitarlo, del compromiso, que de técnica, organización, estrategia y sabiduría futbolística. Fue la gesta, cierto, del desesperado, pero de un equipo que solo sabe ganar y marcar goles con fantasía. De un equipo que no se arrugó en ningún momento y que supo remontar un partido que se le puso cuesta arriba.

Y, en esa cuesta, aparecieron los mejores, los fantásticos. Porque, sí, amigos, hay que recordar que ahí estuvieron Busquets, Iniesta y Rakitic, y no estuvo, no, Neymar. Estuvo Piqué, defendiendo todos sus tuiters e impertinencias, y por poco sale a hombros, pero Navas le paró el remate en el minuto 56. Si entra ese cabezazo, se lía, se lía, ¡vaya si se lía!