El turno de Valverde

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Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

No será esta una temporada más para Valverde. Con la opinión social dividida, por no decir ligeramente decantada en su contra tras los dos batacazos en Champions, podríamos convenir que el entrenador azulgrana estará en constante observación. Salvó el cargo por los pelos y ahora va a tener trabajo para conseguir la cuadratura del círculo con los cuatro supercromos que tiene en el ataque, si no son cinco cuando empiece la competición.

De momento, la pretendida revolución se ha realizado en los despachos y a nadie se le escapa que se ha quedado a medias, pues faltan algunas salidas de peso que si no se hacen, aún le complicarán más la vida al bueno del Txingurri. Me refiero, básicamente a Coutinho, claro. Pero también podría referirme a Dembélé, sobre todo si al final viene Neymar. 

Y en el centro del campo también hay overbooking y cuestiones capitales por resolver. ¿De Jong por Busquets o de interior? Buena pregunta, ¿no? Pues Valverde deberá contestarla. ¿De Jong por Rakitic o por Arthur? Decisión importante, sin duda, pues afectará al estilo de juego. Bueno, pues todo eso ha de resolverlo Valverde mientras aún no sabe si contará con todos ellos, exactamente con cuáles, o todavía con alguno más. 

El encaje de Griezmann

Vamos a por el encaje de Griezmann, sin duda el fichaje más importante, hasta ahora, y por ello titular prácticamente innegociable. Está bien, gran delantero. Goleador y versátil. Pero no sería bueno hacer de esa versatilidad un comodín que pudiera condicionar su rendimiento. Griezmann, como todos los jugadores, rinde más en una posición que en otras y más con un sistema que con otros. Pues bien, donde mejor le ha ido al francés ha sido jugando por detrás de un punta de referencia... ¡Vaya, hombre! Si este es el sitio de Messi, precisamente la razón por la que se ha estrellado Coutinho. 

Este es el primer gran reto de Valverde. ¿Tridente o ‘pseudopóker’ incluyendo a Dembélé, o Neymar, en la ecuación? Para ello debería cambiar el dibujo a un 4-2-3-1 con Griezmann en la derecha, Messi en su sitio y Dembélé por la izquierda dejando a Suárez solo en punta. No creo que vayan a ir por ahí los tiros, pues dejar a Busquets y De Jong solos en tareas más de contención me da que no entra en el libreto de Valverde. ¿Dos para contener sin Rakitic o Arturo Vidal? Difícil, por no decir inviable. Quedémonos con la opción tridente, que ya es mucho avanzar después de lo visto la temporada pasada. Messi, Suárez, Griezmann, no les quepan dudas. No hay extremos, pero es verdad que Griezmann ha jugado en banda y tirando diagonales no le ha ido mal.

La otra posibilidad es que Griezmann haga de Suárez entrando Dembélé, pero me da que ni el entrenador ni el jugador ni el ecosistema del vestuario están preparados aún para tamaña decisión. En cualquier caso, lo que está claro es que Griezmann no podrá jugar con la libertad táctica que le daba Simeone en el Atlético. En el Barça, el único que puede tener libertad de movimientos, ideas y maniobras es Messi. Si hay dos jugadores, o dos y medio, liberados, el equipo se vendría abajo y eso Valverde lo tiene muy claro. 

A resolver el puzzle

Decía que el entrenador tendrá que ir resolviendo el puzzle con la dificultad añadida de no saber exactamente las piezas definitivas con las que contará. De momento, aún tiene a su lado a Coutinho, que en principio se ha quedado sin sitio en el reparto de papeles protagonistas. ¿O no? Y también tiene a Rakitic, que por si algunos técnicos y directivos fuera, ya no estaría o no debería estar dentro de un mes. Y sobre todo, está el culebrón Neymar, que puede cambiarlo todo.

La pelota está ahora en el tejado de Valverde. Seguramente, tiene la mejor plantilla que nunca ha tenido, pero para que el equipo funcione han de encajar once piezas. Equilibrar un conjunto es tarea del entrenador. Y en el caso de este Barça, también lo es conciliar personalidades, complicidades y liderazgos de grandes estrellas. El reto es mayúsculo y todos tendríamos que ayudarle. Los jugadores, por supuesto, pero también los aficionados y los críticos con un poco de paciencia. Tampoco excesiva, que esto es el Barça, pero sí la justa y necesaria