Un trueque y dos graves problemas

Josep Maria Bartomeu

Josep Maria Bartomeu / FCB

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

El trueque Arthur-Pjanic ya se ha consumado. Se trata de una operación puramente económica, en la que el Barça obtiene un beneficio contable de 36 millones de euros que le permitirá cerrar el ejercicio sin pérdidas. Las consideraciones futbolísticas han quedado aparcadas en beneficio del aspecto financiero.

el proyecto de futuro ha saltado por los aires: se cambia un jugador joven (23 años) y con marcado estilo Barça  (se le llegó a considerar el nuevo Xavi, comparación que incluso hizo el propio Messi) por un veterano (30 años) que tiene mucha calidad pero que ya se encuentra en la recta final de su dilatada carrera (ha jugado una temporada en el Metz, tres en el Olympique Lyon, cuatro en la Roma y cuatro en la Juventus).

Todo con un único objetivo: cuadrar las cuentas. Hay quien, para justificar deportivamente este cambalache, apunta a la irregularidad y a la vida privada de Arthur como detonantes de la operación. Pero la realidad no es otra que la necesidad imperiosa de Bartomeu de buscar dinero donde sea. Se repite, de esta forma, el extraño e inexplicable intercambio de la pasada temporada entre los porteros Cillessen y Neto.

La venta de Arthur es la primera, pero no será la última. Vendrán más. Como ha sucedido ya en otros mercados veraniegos. El Barça, históricamente un club comprador, se ha convertido en un club vendedor. Lo que no es malo si se hace con criterio. Si se hace para recuperar parte de la inversión realizada en futbolistas que han fracasado o canteranos que no encajan en el primer equipo. Pero no para evitar tener que avalar...

Y menos ofreciendo la lamentable imagen de las últimas 24 horas, convirtiendo a Arthur en pura mercancia. Y es que la actuación del Barça denota dos graves problemas. Uno, económico:  las cuentas se aguantan con alfileres. Y otro, futbolístico: no hay proyecte ni nada que se le parezca. Tremendo. Tanto lo uno como lo otro.