El triunfo del vestuario

Ernesto Valverde hizo piña con los jugadores antes del último entrenamiento

Ernesto Valverde hizo piña con los jugadores antes del último entrenamiento / DAVID RAMÍREZ

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Mientras nuestros políticos tratan de demostrarnos, día a día, con sus comportamientos, frases preparadas, enfrentamientos absurdos, propuestas increíbles (deberían ser impensables), discursos repetidos y, sobre todo, poseer escasísimo nivel (todos, todos) para que pongamos el país (todos los países) en sus manos, nos disponemos ¿verdad? a vivir otra jornada de Liga, que tendrá como desenlace la conquista, ¡ojito al dato!, de la octava Liga en 11 años del Fútbol Club Barcelona.

La fecha soñada por todos los culés (“me encanta que me haga esta pregunta”, dijo Ernesto Valverde el otro día cuando, ciertamente, estaba ya a las puertas de un nuevo título) ha llegado. Y se produce en el Camp Nou. Y ocurre frente al Levante, un equipo que ha denunciado al Barça por alineación indebida y que parece estar resolviendo, aunque aún no del todo, sus problemas con la posibilidad de que descienda a Segunda, cada vez más remota.

El Barça, con toda seguridad, dados los números que lleva esta temporada (perdón, no ésta, no, las dos últimas, líder en el 96% de las jornadas), no parece dispuesto a desperdiciar la ocasión de coronarse ‘rey de reyes’ ante su público y, en efecto, recibir el trofeo de campeón delante de la ‘gent blaugrana’, que acudirá en masa a una jornada de felicidad, bien merecida por parte de todos.

Descansado Leo Messi en la visita a Vitoria, es evidente que esta noche le toca cerrar a él y a sus amigos (éstos sí parecen más amigos que los que viste la camiseta de Argentina) un campeonato brillantísimo, tanto como el anterior, en busca de la primera piedra del tercer triplete, una gesta realmente mayúscula al alcance de muy poquitos clubs en el mundo.

Suena bien, muy bien, estupendamente bien, históricamente bien, oír decir al nuevo (aunque repetido) entrenador del Real Madrid, el prestigioso y futbolero Zinedine Zidane, que no hay nada más grande (o casi) que la Liga. Es más, antes de plantar al todopoderoso Florentino Pérez, antes de abandonar el club de sus amores porque no le hacían caso y porque no le dejaron despedir a los que ahora sí despedirá, ‘Zizou’ ya señaló, pese a ganar tantas y tantas Champions, que él lo que quería ganar era la liga o, perdón, más Ligas.

Ahora que está afilando la navaja para cargarse a unas cuantas de las vacas sagradas (“aquí hay muchos jugadores con los que poder hacer caja”, jamás olvidaré esa frase tan despectiva hacia jugadores que han ganado más dos y tres Champions), Zidane ha dicho que el objetivo prioritario del año que viene es LaLiga. Es evidente que Zidane sabe que estando bien en el campeonato doméstico, siendo líder (como el Barça) desde la primera jornada, siendo regular durante nueve meses (como el Barça), siendo eficaz y, a menudo, brillante (como el Barça) durante el campeonato español, tienes muchísimas posibilidades de llegar a las semifinales de la Champions en abril-mayo. Muchas.

Es evidente, por supuesto, que la gran, la enorme diferencia entre el Barça actual y los restos que quedan del Real Madrid tricampeón europeo de los últimos años (menudo partidito se cascaron en Getafe), no es solo, no, su manera de jugar a fútbol o su plantilla, más desgastada la blanca que la azulgrana, y, sobre todo, la continuidad de un tremendo y único Leo Messi frente al desaparecido Cristiano Ronaldo. Es, por ejemplo, la solidez y brillantez del banquillo culé en manos de Ernesto Valverde y el desastre (de principio a fin) de la rotación Lopetegui-Solari-Zidane vivido en el Santiago Bernabéu, cosa que no ocurría en muchos años.

Lo que hoy quedará patente ¿verdad? sobre el césped del Camp Nou es que el Barça, su equipo profesional, los habitantes de las catacumbas de la Ciutat Esportiva Joan Gamper, han trabajado tremendamente unidos, han confiado los unos en los otros, se han respetado, han compartido la idea futbolística e, incluso, por supuesto, las rotaciones propuestas por Valverde y, sobre todo, han hecho oídos sordos a muchos, a todos, los que han dicho y escrito que no juegan a nada y que esta noche serán los primeros de celebrar un nuevo cetro español camino del triplete.

Puede, en efecto, sí, que la conquista de la octava Liga en 11 años sea un premio más de felicidad para la afición azulgrana, que lleva más de una década prodigiosa, pero no tengo duda de que este cetro es muy, muy, muy de Valverde, Messi, Ter Stegen, Piqué, Alba, Lenglet, Busquets, Rakitic, Suárez, Coutinho, Dembélé y todos, todos, los jugadores que han jugado para ganar, para ‘campeonar’, en casa y fuera, con frío y calor, a favor y en contra de todo el mundo.

La fiesta será de todos; la victoria, de ellos, empezando (o siguiendo, pues llevará dos de dos) por el ‘Txingurri’, al que le siguen negando los elogios. Y le da igual. ¡Vaya que sí!