El triplete no se anuncia, se gana

El Barcelona confía en su tridente para ganar el triplete

El Barcelona confía en su tridente para ganar el triplete / EFE

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

El Barça ganó el triplete la temporada 2008-2009 sin necesidad de leer cada día en la prensa que existía la posibilidad de ganarlo. Básicamente porque no existía la posibilidad de ganarlo: nadie lo había hecho nunca y no iba a ser esa la primera vez. Copa, Liga y Champions cayeron, sin embargo, una tras otra como fichas de dominó. Cinco años y medio después, en enero de 2015, cuando Luis Enrique enfadó a Messi, Zubizarreta acabó cesado y Bartomeu avanzó las elecciones, tampoco nadie podía prever que llegaría otro triplete. Y cayó el segundo. El Barça ha ganado dos tripletes sin anunciarlo, que es la mejor manera de empezar a perderlo. Porque el triplete no se anuncia, se gana. 

Escuchar cómo el vestuario asume con naturalidad la opción de repetir algo que solo se ha logrado dos veces en la historia provoca mareos. La palabra triplete  debería aparecer solo en tertulias de bar y, como mucho, entre quienes se ganan la vida opinando en radios y teles. Cuando Alba habla de que plantilla tiene sensaciones parecidas a la del último triplete está generando  unas expectativas que la experiencia dice que son prácticamente imposible de alcanzar.

El triplete no puede convertirse en una obligación. Ni siquiera parece asumible como objetivo. Ganar los tres títulos más importantes en la misma temporada es una ilusión irreal por mucho que llegue el mes de abril y la realidad diga lo contrario. El triplete no es ningún título y, al no serlo, no puede aparecer en el horizonte como una meta. El triplete está bien como asunto de debate, pero si cala en el vestuario es contraproducente porque, por un lado, acaba sometiendo a una presión exagerada al equipo y, por el otro, puede provocar que ganar solo dos títulos sepa a poco.