Opinión
Tres tíos de casa

Andrés Iniesta en el acto de su despedida como futbolista / VALENTÍ ENRICH
Dicen que los cuarenta son los nuevos treinta. Escuchaba a Iniesta confesar ayer que podría estar en activo hasta los noventa y, llámenme ingenua, soy de las que cree que la edad es la que uno siente y no la que pone en el carnet de identidad propio y en el de los estereotipos ajenos. Sería maravilloso que Andrés hubiera hecho historia, también, por colgar las botas a la edad de los que cobran la pensión de jubilación, tal como marcan los cánones.
En el caso de este futbolista, es muy probable que la única ley que lo ha aparcado de los terrenos de juegos sea la que él mismo se ha auto impuesto. Porque puede y porque quiere. Y porque el día que decidió que el calzón corto sólo se lo pondría para ir a la playa, automáticamente lo cambió por un traje de calle, tan sencillo y sobrio como él, para seguir pisando el césped desde la banda.
Imaginarle en el banquillo del Barça es el sueño húmedo de los mismos que lo aplaudimos en la gloria y lo lloramos en las horas bajas. De los que hemos crecido junto al profesional más elegante que una ha visto con un balón en los pies. Llámenme cándida pero le veo cuidando cada detalle para que el fútbol de los suyos sea el que nos enamoró a casi todos. Y sé -ahí sí que no peco de inocente- que Iniesta será de los que, mientras se forma y trabaja en las categorías bajas, hará lo posible y lo imposible por que las canteras sean el núcleo duro de todos los clubs en los que él esté.
Llegó a La Masía con doce años, llorando como lo hizo ayer recordándolo con cuarenta y con sus padres a su lado, y tiene todo el callo hecho y el catecismo aprendido de lo que significa crecer desde la base en una entidad tan exigente. Cuando alguien le preguntó si una de sus asignaturas pendientes ha sido la de conseguir un Balón de Oro, Andrés respondió con toda la sinceridad que provoca la verdad: “La imagen de Messi, Xavi y yo, tres tíos de casa, es más grande que haber conseguido el Balón de Oro. Estar los tres ahí, salidos de la Masía… Ese era el verdadero logro ese día”. Con eso le basta y le sobra, concluí yo en mi interior. Conciencia de clase. Humildad, compañerismo y reconocimiento a ese Fútbol Club Barcelona donde creció y se multiplicó hasta llegar a convertirse en uno de los mejores futbolistas de la historia.
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