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Opinión

Tres hombres y una pierna, la película de Misano

La celebración de Marc Márquez

La celebración de Marc Márquez / AP

En España, 'Tres hombres y una pierna', ('Tre uomini e una gamba' en italiano), puede que no sea una película muy conocida pero en Italia, en Misano, parece que la mayoría ya la conocían. Y si no, lo han hecho en este fin de semana de Gran Premio, cuando Marco Bezzecchi, en una homenaje a su patria, ha paseado por el circuito una pierna de madera que sorprendía al público menos cinéfilo.

El piloto de Rímini se convirtió en el inesperado (o no tanto) héroe de sus compatriotas y rindió un homenaje a los protagonistas de esta película de 1997 en la que tres hombres sin una especial relación de amistad emprenden un viaje en común para trasladar a hasta una boda una pierna de madera, obra de un famoso escultor. "Siempre he sido un gran fan de Aldo, Giovanni y Giacomo desde niño", explicó 'Bez' sobre su curioso tributo tras ganar en la sprint. Lo cierto es que acertó de lleno pues no podría haber una ejemplificación mejor de la carrera que les esperaba el domingo: tres hombres, Marc, Àlex y él mismo emprendiendo un camino que acabó de la mejor manera, en el podio.

Entonces fue turno para Marc Márquez, quien también hizo uso de una reconocible imagen para celebrar su victoria en el Misano, el territorio de Rossi. En su caída del sábado, el público italiano aplaudió mientras Valentino sonreía al ver las imágenes, y aunque Marc no torció el gesto ni se inmutó, tenía preparada su 'vendetta' particular.

Celebró su victoria con un elocuente gesto. Sacándose el mono y mostrándolo al público emulando a Leo Messi, quien hizo eso mismo en el Santiago Bernabéu hace unos años, hondeando su camiseta azulgrana en territorio enemigo. A buen entendedor pocas palabras bastan. Con un gesto elegante, sin decir nada, mandó callar de un golpe a todo un circuito que, si bien no le fue tan hostil como en Mugello, tampoco lo acogió con los brazos abiertos.

La venganza se sirve fría y Márquez la había cocinado con paciencia, desde Mugello, cuando le increparon los aficionados; desde Catalunya, cuando muchos respiraron porque su noveno título no iba a llegar en casa del #46.