La 'torpeza' de Gerard Piqué

La RFEF ha reñido sin castigar al central blaugrana

La RFEF ha reñido sin castigar al central blaugrana / sport

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Competición define a Gerard Piqué como una persona “torpe”. Cuando adjetivas unas declaraciones, lo que haces es adjetivar el carácter de quien las hace. También le llama “desafortunado e inoportuno”.

Es caer en la trampa valorar si tienen razón o no en su apreciación. ¿Quién es el Comité de Competición de la RFEF para valorar el carácter de uno de los futbolistas que dan sentido a su existencia? Nadie. Competición lo único que debe hacer es decidir si Piqué incurrió en algo susceptible de ser castigado. Si no existe nada que sancionar, y eso es lo que dice el carpetazo dado por ese órgano supuestamente jurídico a las palabras de Piqué, debe callar. Cualquier valoración sobra. El problema es que la justicia deportiva española parece a veces un reflejo de la justicia ordinaria española. Francisco Rubio, que es el que manda en Competición, es un seguidor del Real Madrid confeso. Es como si quienes mandan en el Tribunal Constitucional fueran antiguos militantes del PP... Demasiada podredumbre como para esquivar el hedor.

La justicia deportiva no debería ser partidista y, sin embargo, no solo lo es, sino que, además, se jacta de ello con apreciaciones subjetivas sobre lo que debe juzgar. Si Piqué es torpe o no lo es no tiene ningún tipo de interés. Ni jurídico ni de ningún tipo. Si es desafortunado o inoportuno, tampoco. Competición sienta un precedente peligroso porque, a partir de ahora, cualquier acción sancionable que suceda puede ir acompañada de la correspondiente sanción y, también, de la opinión expresada por los ‘jueces’. Ya no solo se juzgan los hechos, ahora también se dictamina sobre opiniones. De momento, solo son los hechos los que pueden ser castigados, pero empezar a juzgar opiniones “torpes” puede conducir a castigar esas mismas opiniones, coartando así la libertad de expresión. A no ser que lo único que Francisco Rubio, alentado por la denuncia de Javier Tebas, creador del ridículo sainete, haya querido hacer es un simple y prescindible estirón de orejas a un futbolista que, por su personalidad, no conecta demasiado bien con quienes mandan.