Opinión

Ese torneo que incomoda y gusta al mismo tiempo

Merino celebra el 2-2 en Rotterdam

Merino celebra el 2-2 en Rotterdam

Siempre rápido en sus respuestas, Alfredo di Stéfano solía responder lo mismo durante su etapa como entrenador. Cuando uno de sus jugadores se quejaba en la prensa por no ser titular, el argentino decía: 'que diga delante de todos los compañeros a quién tengo que quitar para ponerlo a él'. Remedio infalible: normalmente, la queja desaparecía o se diluía. Ocurre algo similar con la convivencia entre el fútbol de clubes y el de selecciones: ¿a quién quitamos?

Lo habitual, a estas alturas de temporada, es quejarse por el parón. Que si no viene a cuento, que si rompe el ritmo, que si lo importante es la Champions, la Liga y la Copa. Argumentos más que sólidos, pero parciales. El fútbol de selecciones existe, y forma parte del paisaje desde hace más de cien años. No va a desaparecer, por más que algunos gurús prediquen su extinción a medio plazo. Entre otras razones, porque al 99 por ciento de los jugadores les interesa y les motiva jugar con su selección.

Luis de la Fuente en el partido frente a Países Bajos

Luis de la Fuente en el partido frente a Países Bajos / SeFutbol

Ahora, por ejemplo, se decide la final a cuatro de la Nations League. No es una competición que levante pasiones. No habrá muchedumbres en las calles, pero es un torneo oficial y como tal, merece un hueco en el calendario y una cuota de interés mediático. Para que luego podamos disfrutar de una Eurocopa o un Mundial, las selecciones necesitan un espacio previo y una preparación.

Es entonces cuando surge el debate del calendario. ¿Convendría reservar unas semanas, a final de cada temporada, para que las selecciones entrenen y jueguen? Probablemente sí. ¿Convendría prescindir de pseudotorneos como el Mundial de clubes que el próximo verano va a ocupar un mes de calendario para liberar espacio? Probablemente también.

No habrá solución hasta que FIFA, UEFA y clubes se sienten a hablar en serio. Es urgente encontrar un equilibrio entre competición, ingresos económicos y salud de los jugadores. Mientras tanto, seguiremos inmersos en este calendario desquiciante que nos obliga a estar pendientes de la lesión de Cubarsí, la irrupción de Huijsen o la posibilidad de que Nueva Caledonia juegue el Mundial, y todo al mismo tiempo. Para volverse locos.