Toca convertir la tensión en un revulsivo

Piqué, defensa central del FC Barcelona

Piqué, defensa central del FC Barcelona / AFP

Ernest Folch

Ernest Folch

Gerard Piqué esperó hasta el final del partido contra el Getafe para lanzar un mensaje muy directo a la junta directiva del Barça, en uno de estos episodios de tensión que se dan de vez en cuando en la historia moderna del barcelonismo. Lo relevante de las palabras del central blaugrana fue que expresan un malestar del vestuario del Barça, al menos de sus pesos más pesados, en relación al no fichaje de Neymar y por extensión en relación a la política deportiva de la entidad: porque por mucho que se pinte el intento de fichaje de Neymar como un capricho de los cracks, lo cierto es que el interés de los jugadores no era, como se ha dicho, coleccionar amigos, sino aumentar la competitividad de la plantilla.

Esta es la verdadera cuestión de fondo, donde el club puede presentar una hoja de servicios muy pobre, después de unos cuantos fichajes fallidos, varios bandazos y cuatro directores técnicos diferentes, sin contar el último ‘no’ de Carles Puyol. El vestuario respeta, como expresó Messi a este periódico, que haya muchos barcelonistas que no quisieran a Neymar (como los había que no querían a Griezmann), pero no está dispuesto a dejar de ser exigente en la confección final de la plantilla. Sin duda está bien recordarles que no tienen galones para mandar pero se han ganado al menos el derecho a opinar.

Al mismo tiempo, Piqué también expresó su gran molestia, sin citar ningún medio concreto, respecto a las críticas recibidas últimamente desde sectores del barcelonismo, que han acusado a algunos jugadores de vetar fichajes, boicotear amistosos, cobrar primas extras o negarse a entrenar. Han sido palabras que han sentado muy mal en el vestuario, que a su vez ha delegado en Piqué para responder con idéntica dureza, insinuando que hay periodistas que han acusado al dictado del club. No hacía falta llegar a este punto: ni es de recibo acusar sin pruebas a los jugadores de hechos tan graves ni es justo insinuar que se escribe por encargo, aunque no se concrete quién ni cómo.

En el barcelonismo deberían caber todas las opiniones, sean de jugadores o periodistas, sin necesidad de descalificaciones tan duras. La única buena noticia de esta crisis, quizás inevitable después de lo que ha ocurrido este verano, es que el Barça suele salir reforzado de estas catarsis. Pasó en Anoeta, esperemos que vuelva a suceder ahora. El presidente Bartomeu y los jugadores tienen la oportunidad de convertir esta tensión en un revulsivo.