El tiro en el pie de la FIFA

La sanción de la FIFA a Messi es de una desproporción absoluta

La sanción de la FIFA a Messi es de una desproporción absoluta / EFE

Jordi Costa

Jordi Costa

Es poco discutible la sanción a un futbolista que insulta -o falta al respeto- reiteradamente a un árbitro. A Messi le pillaron las cámaras, la FIFA entró de oficio -eso también me parece bien siempre que se haga en todos los casos, entradas violentas incluidas-, y le han caído cuatro partidos sin poder ayudar a su selección.

Sí se puede discutir, en cambio, el criterio sancionador. Por ejemplo: al defensa chileno Jara solo le impusieron tres partidos por provocar a Cavani intentando introducirle un dedo en el culo. La verdad: sin ánimo de defender el insulto, parece mucho más grave lo del chileno que lo del argentino.

Poco importan ahora mismo los motivos que llevaron a Messi a perder los papeles, máxime cuando Argentina había ganado el partido y, además, producto de un error arbitral que le benefició. Pero es curioso que en doce años de profesional en el Barça no le recordemos a Messi incidentes de este tipo; no porque aquí no se enfade y recrimine a los árbitros, que lo hace, sino porque templa los nervios, se tapa la boca y evita que le cacen las cámaras. Luego el incidente del jueves delata el desquiciamiento del capitán argentino a raíz del desastre que es a día de hoy el juego de su selección.

No obstante, lo capital de esta situación es mirar las consecuencias que tendrá. Si el TAS no dice lo contrario, Messi se perderá -además del de ayer en Bolivia- tres de los cuatro partidos de clasificación para el Mundial que le restan a su selección, que corre serio peligro de quedar eliminada porque, sin su estandarte, es bien poca cosa. O sea que a Messi le pueden negar una de sus últimas oportunidades -si no la última- de ganar una Copa del Mundo, pero lo que sorprende es la poca visión comercial de la FIFA. Por una vez, se han atenido al criterio de justicia y se les ha olvidado que un Mundial sin el mejor jugador de la historia ni es un Mundial, ni es espectáculo, ni es negocio, ni es nada. Seguro que Messi está enfadado por no poder ayudar a su equipo, dolido porque a él le atizan en el campo sin castigo y en cambio le ha caído encima todo el peso de la ley por un desliz dialéctico y, probablemente, decepcionado consigo mismo porque su error es evidente. Pero aquí, curiosamente, la que se ha pegado un tiro en el pie es la FIFA, implacable esta vez con la gallina de los huevos de oro. Siendo un poco malpensado, puede que le hayan pasado factura por no ir a la última gala del Balón de Oro. Quizás no le vuelven a ver el pelo.