¿Se tenían que haber repetido las elecciones a la presidencia del Barça?

Laporta, durante la comparecencia

Laporta, durante la comparecencia / EFE

Toni Frieros

Toni Frieros

Me encuentro con un veterano barcelonista, de esos que se conocen el club al dedillo, y me suelta un aldabonazo:

-¿Sabías que se tenían que haber repetido las elecciones a la presidencia del FC Barcelona?

Estupefacto, le digo que si está de broma:

-No, la Comisión Gestora tenía que haber alertado de un incumplimiento estatutario que se produjo durante el periodo electoral a la presidencia del FC Barcelona. La carta que firmaron los componentes de la junta directiva de Laporta comprometiéndose a avalar después de ser candidatura oficial, una vez superado el corte de las firmas, no era la misma que se presentó a la LFP después de ganar las elecciones el 7 de marzo. Había desaparecido un nombre y habían aparecido otros cuatro que no formaban parte de la junta y a quienes los socios no votaron.

-¿Y eso es motivo para repetir los comicios?, le respondí incrédulo.

No sé lo que habría dicho un juez en caso de denuncia, pero un socio se presentó en el club días después de la toma de posesión de la junta de Laporta para comprobar esa irregularidad estatutaria que, efectivamente, existió.

Picado por la curiosidad pregunté donde tenía que preguntar, ignorando si esa denuncia, en caso de haberse producido, habría tenido recorrido. Ya saben, interpretación jurídica. Creo que no, porque a la LFP, que solo es depositaria, únicamente le interesa que un banco se haga responsable del aval, no de quién hay detrás del mismo. Tampoco la Ley del Deporte, de rango superior a unos estatutos de club, se refiere a ello. A modo de resumen cabe decir que, así es, tanto la Comisión Gestora como la Junta Electoral del FC Barcelona detectaron que las dos listas no coincidían, pero como el mínimo de directivos que avalaban se cumplía, catorce, no le dieron más importancia.

Siempre he pensado que el tema de los avales es una aberración y debería buscarse otra fórmula más justa, pero mientras una norma esté en vigor hay que cumplirla. Aquí lo que está muy claro es que el socio del FC Barcelona tiene derecho a saber, con todo lujo de detalle y máxima transparencia, quién está al frente del club y en qué condiciones. De los candidatos que se comprometieron a avalar, uno de ellos se retiró cuando ya se habían ganado las elecciones, Jaume Giró. Y cuando ya expiraba el plazo para la toma de posesión aparecieron otros cuatro nombres que no habían participado en toda la campaña electoral de Laporta. Uno de ellos, como es sabido, Eduard Romeu, que se convirtió después en vicepresidente económico.

Ese último día se produjo un hecho insólito que habla por sí mismo de la ‘seriedad’ con la que se toman los avales. Uno de los avalistas, el empresario leridano Sisco Pujol, que había estado en la precandidatura de Jordi Farré, avaló 10 millones de euros y su firma estaba en el documento que se envió a la LFP para autorizar la toma de posesión de Laporta como presidente. Solo horas antes del acto que tuvo lugar en el Camp Nou el 17 de marzo, se percataron de que Sisco Pujol no tenía cinco años de antigüedad como socio y, por lo tanto, no podía ser directivo. Total, que consta en LaLiga como directivo, ha avalado un pastizal y se cayó de la foto en el último momento. No hace falta decir nada más