Temporada extraña

El último partido que acogió el Camp Nou fue el Barça - Real Sociedad de Liga

El último partido que acogió el Camp Nou fue el Barça - Real Sociedad de Liga / JAVI FERRÁNDIZ

Carles Sans

Carles Sans

Hace pocos días algunos nos preguntábamos por qué el fútbol se quedaba sin público y si las Fallas podían llegar a celebrarse. La noche del pasado martes el Govern Valencià anunciaba que  las Fallas se aplazaban.

En estos días estamos viviendo lo que podría parecer el argumento de una de esas películas de multicine en las que, de repente, la humanidad se ve amenazada por un mal destructivo. Mientras Trump sigue negando la importancia del Covid-19, en Europa cunde la alarma general y se paraliza la vida cotidiana.

Cada día aumentan 3 factores: la preocupación, los enfermos y las medidas de urgencia de los gobiernos europeos que se ven superados por un enemigo imprevisible. Por las redes sociales y los medios de comunicación circulan noticias contradictorias acerca de la capacidad destructiva de este virus. 

Los ciudadanos se dividen entre quienes todavía piensan que estamos exagerando (cada día menos) y quienes auguran un futuro apocalíptico de imprevisibles resultados. Los supermercados de Madrid están vacíos, en Catalunya todavía se mantiene la calma, pero tal vez sea cuestión de horas.

El deporte se paraliza a cada día que pasa. Los estadios van a estar vacíos y los equipos van a tener que disputar partidos en silencio, sin nadie que aplauda o abronque. Peligran las futuras competiciones de todos los deportes, incluso la de los Juegos Olímpicos de Tokio. 

En can Barça se habla menos de la gestión del club o del juego anodino del equipo, porque eso, ahora mismo, importa menos. Entretanto, pasan los días y eso favorece a desviar la mirada de todos.

Este año es una temporada extraña y desagradable, y aunque,  supongamos, que ganamos la Liga, ¿qué posibilidades de celebrarla en común tendremos si no podemos acudir en masa al estadio o a la calle? Aún así, me apetece ganarla, me apetece mucho, pero será difícil celebrarla con el orgullo y la despreocupación de otras temporadas. 

Y hablando de temporadas, tengo ganas de que llegue la próxima, esperando, si el Covid-19 lo permite, que la del Barça sea mucho más ilusionante que la actual.