También vuelven las carreras, aunque 'in vitro'

Marc Márquez en el circuito de Montmeló

Marc Márquez en el circuito de Montmeló / EFE

Josep Lluís Merlos

Josep Lluís Merlos

Por fin ya tenemos calendario, tanto de F1 como de MotoGP. La espera ha sido tan larga como desesperante, y antes de un mes rugirán otra vez los motores y volveremos a emocionarnos, aunque sea a través de la pantalla, para no perder la costumbre de lo que tanto hemos venido haciendo en los últimos meses. Por fuerza.

Es sorprendente la cantidad de correos que he recibido últimamente preguntándome cómo “colarse” en la F1 de Montmeló, o qué hacer para ver “in situ” las motos en Jerez… Por no hablar de la floreciente vocación que parece haber aparecido entre quienes me preguntan qué pueden hacer para actuar como comisarios de pista en alguno de nuestros GP…

Lo que hace la pasión, y el hambre de carreras. Y me he acordado de las astucias a las que recurría para entrar de gorra en Montjuic, siendo un niño…

Desgraciadamente, todavía tendremos que esperar un tiempo antes de poder instalarnos en las tribunas y en la pelousse. Nos vamos a quedar con las ganas de “oler” a carreras, de experimentar como el sonido de un propulsor al máximo de vueltas nos genera una maravillosa vibración en el esternón.

“Sin público, sí, de acuerdo. Pero lo importante es que vuelvan las carreras. Que vuelva la diversión, porque lo necesitamos profundamente”, me decía hace pocos días Pedro de la Rosa.

Este fin de semana arranca la Liga. Desde hace unos días hemos visto como se desenvuelve la Bundesliga sin espectadores en las gradas. Nos hemos encontrado con un futbol distinto, en el que mantener la concentración no ha parecido fácil, donde cometer errores ha sido bastante habitual, al menos en los primeros encuentros, y hemos podido constatar que la importancia del “factor campo” se ha desvanecido; a los resultados me remito.

Veremos cómo puede ser lo de correr sin el soporte ambiental del público en los circuitos. A priori, el sonido de los motores eclipsa el clamor de los aficionados en las tribunas, pero no son pocos los pilotos que a lo largo de los años me han confesado “sentir”, notar ese aliento de los aficionados, siempre.

Quien puede olvidar el poder de la “marea azul” en los tiempos de Fernando Alonso con Renault, la magia de la fiebre amarilla de los seguidores de Valentino Rossi en el PoggioSecco del Mugello, la intensidad de los “Espargarins” en Montmeló, los alaridos de los Espartanos en cualquiera de las conquistas de Lorenzo’sLand, o la “forzarossa” de Ferrari en Monza…

En el fútbol hemos visto grandes fenómenos del balón que en los partidos más cruciales se encogían hasta minimizar el tamaño de su leyenda, producto del gatillazo escénico.

Javier Tebas quiere llevar a los aficionados a los estadios en cuanto sea posible. Y mientras tanto, la producción televisiva nos traerá aficionados virtuales.Pero, claro, esos espectadores digitales son a la realidad lo que el cibersexo al noble arte de encamarse.

Manel Arroyo, Managing director de Dorna, decía recientemente que el Mundial de MotoGP no necesita de estos aditivos porque ya tiene lo que realmente le da valor: la esencia de este propio deporte, sin más: las carreras.

Escribía hace unos días Jorge Valdano: “Llevo el mismo tiempo sin fútbol que sin poder besar a mis nietos, y no pasa nada. Excepto que, sin verlos, vivo peor”.

Pues, vivamos mejor: ¡qué viva/vuelva el deporte¡ Aunque sea de probeta.

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