¿Y al tal Nasser Al-Khelaïfi quién lo destituye?

Al-Khelaïfi, a la salida de los juzgados de Berna, este miércoles

Al-Khelaïfi, a la salida de los juzgados de Berna, este miércoles / AFP

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Pues sí, podríamos hablar de ese Real Madrid resurgido, del valor que, cuando llegaron al club blanco, algunos les dimos a Lucas Vázquez y Asensio (yo no me atreví nunca a escribir y/o elogiar a Ceballos, Vallejo, Marcos Llorente, Mayoral o Acraf, aunque sigo viéndolos grandes proyectos, grandes, de futbolistas) cuando aterrizaron en la plantilla de Zinedine Zidane. Lucas me enamoró en el Espanyol; Asensio, en el Mallorca. Sabía de qué hablaba.

Podríamos escribir, y de hecho lo haré, sobre esa manera que esos dos chicos han tenido de ganarse la titularidad en un Real Madrid mediocre y lo poco (y mucho) que les ha costado abrirse camino. Peor aún, el agravio comparativo que han sufrido a lo largo de los últimos meses con respecto a otros novatos, ha sido tremendo. ¡Porque Lucas Vázquez y Asensio sí hicieron cosas maravillosas para arrinconar a las ‘vacas sagradas! ¡Sí, sí y sí!

Y, sin embargo, a menudo han salido como solución de emergencia, el ‘clavo ardiendo’ al que se agarraba ‘Zizou’. Pero eso a ellos, que son enormes (no de tamaño ¡o, sí, también de tamaño, caray!), les importaba muy poco. Porque ellos son futbolistas, porque ellos no son rematadores, ellos no especulan con estar ahí con la caña preparada como otros grandes ‘monstruos’ de esa enorme plantilla blanca. Lucas y Asensio juegan para los demás. Acaban brillando porque son buenísimos, sensacionales. Ellos fueron los líderes de ese equipo que se comportó como una manada (buena), como una tribu, como un equipo, con la complicidad necesaria para salir vivo del ‘infierno’ (¡me río yo del infierno de París!) del Parque de los Príncipes.

Insisto, podríamos escribir de eso, hablar entre nosotros de lo poco que creíamos en esa nueva gesta del Real Madrid (las casas de apuestas se habrán arruinado con los grandes madridistas que sí creían el día después del sorteo, que fue cuando mejor se pagaba que los blancos pasasen de ronda), pero, lo siento, me gustaría hablar de ese club (¿existe? ¿es real? ¿o es una broma? ¿tiene sede social y todo?), equipo (¿hay equipo? ¿hay plantilla? ¿o es el mejor álbum de cromos antiguos?), cuadro técnico (¿hay alguien ahí? no, quiero decir alguien más que no sea el ricachón -nuevo ricachón, los peores- Nasser Al-KhelaÍfi) y entrenador (¿en serio alguien puede depositar 1.115 millones de euros en manos del entrenador menos valiente que existe? por favor...)

Los ricos y, sobre todo, los demasiado ricos, los que se levantan a las siete de la mañana empiezan a contar millones de euros y son las once de la noche y aún no han acabado, creen que todo se compra. “No, las ideas no se compran, porque no están en venta, no tienen precio”, dijo, despreciativamente, el bueno, el sabio, el genio de Arrigo Sacchi cuando abandonó el Parque de los Príncipes “después de ver a un Real Madrid que ha humillado al PSG mientras se fumaba un puro, cuando yo vine aquí, a París, a ver un PSG atacar con el cuchillo entre los dientes”.

Es hasta posible que los ricos catarís creyesen que es más fácil construir un campeón de Europa que encontrar gas o petróleo bajo su desierto. Total, ellos, que pasaron del camello al Lamborghini ‘Veneno’, de 3,6 millones de euros, en cuestión de horas (o casi), creen que se puede hacer una gran plantilla sin reparar gastos ni saber de fútbol, peor creen que se puede hacer un equipazo, que juegue a fútbol, que se sacrifique, que tenga espíritu, que tenga el ADN de los ganadores, sin ni siquiera tener en el cuadro técnico del club a alguien que asesore al dueño, al emir de Catar, Tamim bin Hamad al Thani, que, al final, ¡vaya, hombre!, resultó ser el único que sabía de fútbol y eso que era ¿la primera vez? que acudía al palco del Parque de los Príncipes, que abandonó (sabio y riquísimo él) un segundo después de que Marco Verratti fuese expulsado, a falta de 24 minutos (por cierto, el genio italiano ha visto tres de las cuatro tarjetas rojas que le han enseñado al PSG en la Champions).

De verdad, pienso en la magia que ha hecho (de nuevo, lo siento, pero lo he de destacar) mi amigo Andoni Zubizarreta en el Olympique de Marsella, o mi viejo compañero de isla Llorenç Serra Ferrer en el Betis, o (sin gustarme, vale) la labor del ‘Cholo’ Simeone en el Atlético... Y leo que, en el despacho de al lado del riquito Nasser Al-Khelaïfi, está Antero Henrique y Maxwell Scherrer.

Pues así les va. El fútbol, gracias al Real Madrid, sí, acaba de desayunarse 1.115 millones de euros sin darse cuenta. Y, de postre, alguien al que llaman ‘O Ney’. El café es Mbappé. Buen provecho.