Opinión

El tabl€ro del futfem

Las jugadoras del Barça celebran el gol de Clàudia Pina en la semifinal de la Supercopa de España 2024/25

Las jugadoras del Barça celebran el gol de Clàudia Pina en la semifinal de la Supercopa de España 2024/25 / EFE

Esta semana se ha vuelto a confirmar que el poder del fútbol en Europa radica especialmente en Reino Unido. Sólo una decena de potencias continentales -entre ellas Real Madrid, FC Barcelona y Atlético de Madrid- logran disputar las primeras posiciones a los gigantes de la Premier League. Ninguna novedad. El actual modelo de negocio del fútbol hace que el poder radique en aquellos países con ligas históricamente fuertes, un mercado audiovisual consolidado y fuerte implantación de grandes marcas. Y nada va a cambiar a medio plazo excesivamente, por lo que uno se pregunta si el fútbol femenino está condenado a un escenario similar en el largo plazo, o algo puede cambiar.

De momento, la situación no es muy distinta. El futfem del Viejo Continente lo dominan las grandes potencias con capacidad para invertir en su desarrollo y atraer a marcas suficientemente potentes. Y en Reino Unido siempre hay más dinero. Con un problema añadido: para ellas, el dinero ya no está solo en la Women’s Super League de Inglaterra, sino que aquí el soccer sí tiene mucho a decir: factura más por televisión, siempre es un destino atractivo para experiencias internacionales y el mercado de marcas por franquicia es mayor. No deja de ser un equipo -dos a lo sumo- por el equivalente casi a lo que es un país en Europa.

Definido el campo de juego, la lógica invita a pensar que muchos equipos -incluidas secciones de clubes profesionales- van a tener que abrir el capital del femenino a terceros. A diferencia del masculino, donde las ampliaciones de capital se limitan por todos los frentes para evitar un desequilibrio competitivo forzado por el dinero, en el fútbol femenino se ha aceptado que deben aceptarse esas inyecciones si se quiere acelerar el desarrollo de un producto de gran consumo para que, en un tiempo, la propia capacidad comercial de clubes y competiciones absorban la totalidad de los costes que exige. De ganar dinero, de momento no hablemos.

El interrogante es si este cambio de dinámicas también puede alterar la lógica clásica de la pirámide competitiva, aceptando quizás que la sostenibilidad del futfem exige una mayor escala y que formatos de competición supranacionales estén por encima de las nacionales. Ahí están Mercury13, Sixth Street y Kynisca Sports pueden marcar el ritmo, porque aquí todo el mundo baila al son del dinero, y es absurdo negar que la chica guapa del baile hoy es la NWSL estadounidense, amenaza real de ser para el fútbol femenino lo que la NBA al baloncesto.