Superliga: cuando el hambre aprieta... o te mata

Messi dispara a portería durante el último Clásico disputado entre Barcelona y Real Madrid.

Messi dispara a portería durante el último Clásico disputado entre Barcelona y Real Madrid. / AFP

Carme Barceló

Carme Barceló

"El fútbol es un negocio, ya sabes”. Con el pronominal que tanto me horroriza, respondo a esta frase que me han repetido hasta la saciedad con un “se ha convertido”. Es lo primero que me nace. Y no solo pienso en lo bonito que es que veintidós personas disfruten alrededor de un balón y provoquen el mismo efecto en cientos de millones que les observan, no. Voy más allá intentando conjugar deudas, necesidades, espectáculo, evolución y ambiciones con la realidad de los que viven al margen de la Superliga. Corren malos tiempos para el deporte y muy buenos para el negocio. Las acciones de la Juventus se dispararon a la par que las angustias de otros.

Puedes, como Pep Guardiola, trabajar en uno de los doce elegidos para disputar esta competición y preguntarte a la par sobre los valores del fútbol. Lo fácil es, como Zidane, hacer un ‘pasapalabra’ y dejarlo todo en manos del presidente que le paga y que, además, lo es también de la nueva competición. Lo difícil es pensar a la vez en el que te ingresa la nómina y en el que tiene muy pocas opciones de enfrentarse a tu equipo y, más allá de ganar cuatro duros, ilusionarse con el envite y, quién sabe, lograr vencer al grande. Desde el domingo, hay otro Goliath que se pelea con sus iguales y con los David que se multiplican en tiempos de pandemia.  

¿A QUÉ NOS VA A LLEVAR? Tras cuarenta y ocho intensas horas, quien esto firma solo se atreve a escribir que los grandes organismos están condenados a entenderse y los aficionados, a adaptarse. Si el dinero lo generan los clubes, es lógico que lo quieran y con él pagar a los mejores jugadores y las comisiones de sus agentes. Esa gran parte de la ruina. Florentino Pérez, en el plató de ‘El Chiringuito’, repitió una docena de veces el verbo ‘salvar’. En calidad de máximo dirigente del invento -y presidente del Real Madrid, algo que me ocupa y me preocupa-, el directivo aseguró que era la única forma de socorrer al fútbol para evitar su muerte. A la hora de dar detalles, ya se le vio más perdido. Dio la sensación de ser un proyecto embrionario al que la covid-19 ha azuzado para saltar al ruedo. “No sabemos cómo vamos a invitar a los otros cinco equipos”. “¿Árbitros? No se han definido pero serán los mejores”. “Las plataformas que emitirán la Superliga aún no las hemos negociado”. El hambre les aprieta. A otros ya los ha matado.