La Supercopa no es un examen, solo un ensayo general de cara a la Liga

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J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Que nadie se ofenda ni se escandalice si valoramos la Supercopa de España que se disputa esta noche en Tánger como un título menor. Una competición veraniega que sirve para que el ganador lleve una copa más al museo pero no tiene mayor trascendencia. El ejemplo más claro lo vivimos el pasado año cuando todavía se disputaba a doble partido. El Madrid de Zidane se comió al Barça en el Camp Nou y en el Bernabéu, un 5-1 que amargó el debut de Valverde. Sin embargo, aquello fue solo flor de una semana. A lo largo de la temporada los de Messi se pasearon por la Liga con una superioridad incontestable y consiguieron el doblete sumando la Copa. El Madrid a nivel nacional se arrastró con más pena que gloria.

Dicho esto, está claro que comenzar ganando es tanto como poner la autopista. Valverde será el primero en aleccionar a sus jugadores para que se estrenen con un título, para que confirmen el favoritismo que les dan las apuestas. El Sevilla de Machín es un equipo con muchos cambios, en plena etapa de rodaje y que viene de hacer un esfuerzo físico notable para coger el tren de la Europa League. El Barça viaja hoy mismo con todos los efectivos después de haber limpiado el fondo del armario ingresando una cantidad récord, 120 millones en traspasos. ¡Ya era hora! Saber vender a buen precio también forma parte del negocio del fútbol moderno.

La Supercopa viene marcada por dos hechos diferenciales. Es la primera vez que se disputa a partido único y en el extranjero. Una fórmula que  si da resultado será repetida en futuras ediciones. Es una forma de promocionar La Liga en el extranjero y nos consta que la Federación tendrá ofertas para llevar a China la Supercopa el próximo verano. Quien paga manda y los derechos de televisión están detrás de estas operaciones de marketing que otras ligas ya realizan hace años.

La otra novedad será la aplicación del VAR por primera vez en la competición española. El VAR ha venido para quedarse como se demostró en el Mundial de Rusia con gran éxito de aceptación. Hay que entenderlo como una ayuda a los árbitros, como un sistema que castiga a los jugadores tramposos y que debe contribuir a mejorar el espectáculo. Queda por ver si la Federación Española tendrá los mismos medios técnicos que la FIFA, de lo contrario la aplicación corre el riesgo de convertirse en una chapuza que genere polémica.

Para los aficionados barcelonistas, el atractivo es el debut de los fichajes de este verano. Inicialmente se puede vislumbrar que Lenglet tendrá sitio al lado de Piqué ya que Umtiti ha sido de los últimos en incorporarse al entrenamiento. El brasileño Arthur va a tener minutos y sus compañeros hablan maravillas de su técnica. La duda es si jugarán Malcom y Dembélé, dos jugadores con un perfil muy similar. Queda por ver si Valverde precipita la alineación de Arturo Vidal, que se muere de ganas por jugar. En este tipo de partidos, lo normal es que el entrenador presente una alineación lo más parecida posible a la que ganó la Liga, ya que la Supercopa no deja de ser el colofón de la pasada temporada. Quiere esto decir que Messi, Luis Suárez y Coutinho deberían jugar delante si el técnico se decide por un 4-3-3.

Conclusión, la Supercopa no es un examen, solo un ensayo general de cara a la Liga que comienza una semana después. Ganarla sería una buena inyección de moral para el Barça, un premio de verano para un equipo que comienza la temporada consciente de que la afición le va a exigir la Champions después de que el club haya potenciado la plantilla para estar a la altura del talento de Messi.

Dembélé no lo ve claro, su futuro está en el aire

El jugador dice lo que dice y el Barça hace lo que hace. Dembélé dice que se quiere quedar en el Camp Nou pero se deja querer por el París SG y tiene puentes tendidos con el Arsenal. El club mantiene un escrupuloso silencio aunque vería con buenos ojos una oferta que le permitiera recuperar lo pagado hace un año al Borussia. Si llega una oferta no cerrarán la puerta, abrirán negociaciones conscientes de que con Valverde va a jugar poco y menos todavía si Malcom sale bueno como parece. La cláusula es de 400 millones pero por 100 lo traspasaría la secretaria técnica sacándose de encima un problema. Hasta final de mes no se cierra el mercado en España, quedan tres semanas que Dembélé pasará en el escaparate de los rumores.

Se da la circunstancia de que el nuevo entrenador del PSG, el alemán Tuchel, fue el hombre que le dio confianza en el Borussia y lo quisiera en el PSG. Tambien puede influir su amistad con Mbappe y la idea de que podría cubrir la futura baja de Neymar en el campeón francés. El jugador anda con la mosca tras la oreja con la llegada de Malcom y la seguridad de que Messi, Suárez y Coutinho son intocables para Valverde. Si ve que no tiene oportunidades de aquí a final de agosto, no descarten un traspaso exprés. Dembélé sabe que otro año jugando poco sería fatal para su prestigio. Desde el punto de vista económico, un traspaso de 100 millones sería aplaudido desde el área económica ya que les ayudaría a cuadrar el presupuesto. Nos tenemos que acostumbrar a que cada año el mercado de fichajes será más activo y hay que ser tan listos para comprar a buen precio como para vender a tiempo.