Suárez y Valverde remontan a la heroica

Suárez marcó el primero y el tercero del Barça

Suárez marcó el primero y el tercero del Barça / EFE

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Bien está lo que bien acaba, pero este partido contra el Rayo ha dejado más sombras que luces. El Barça remontó a la desesperada en los últimos cinco minutos, poniendo el esfuerzo y la actitud que no puso durante una hora de juego y tuvo la fortuna que hay que tener para levantar un encuentro de la forma en que lo hizo. Salvados, in extremis, los tres puntos, sería de irresponsables pensar, ellos, y decir, nosotros, que lo merecieron. Si se repiten partidos como estos, con desconexiones y relajaciones inexplicables, el equipo de Valverde tendrá muchos disgustos. Y eso que la primera media hora pintaba extraordinariamente bien. Gol de Suárez a los diez minutos, excelso remate del propio Suárez al poste poco después pero a partir del minuto 30, zás, se funden los plomos. El Rayo se va arriba, parece que juegue con doce o trece. Empatan antes del descanso y remontan a poco de iniciarse el segundo tiempo. Y el Barça no reacciona. Y el Rayo puede jugar con una comodidad que nunca había podido imaginar. ¿Qué estaba pasando? 

GOLPE DE EFECTO. Pues estaba pasando que el equipo no conectaba con su juego. Las ideas no fluían, entre otras cosas porque los jugadores rayistas, más intensos, les dificultaban las acciones tanto individuales como colectivas. En el banquillo, la cara de Valverde era todo un poema. Había puesto a Dembéle por Rafinha para abrir el campo, pero a Dembélé le llegaban pocos balones, como en general llegaban pocos balones a la zona atacante, pues la sala de máquinas estaba atascada. Así que el entrenador decidió dar un golpe de efecto. Fuera Coutinho, que queda marcado, y Arthur, dentro Arturo Vidal y Munir. Fuerza e intensidad al poder. Y por si fuera poco, Piqué de delantero centro. Y así, a la heroica, con el amor propio de Suárez y la decisión acertada de Valverde de renunciar al libro de estilo, llegó la remontada. En el 87, Dembélé y en el 90, Suárez. Dos jugadas aisladas, con Piqué al más puro estilo Alexanco en la época Cruyff. Bien, ¡milagro!, pero que no se fíen, no siempre habrá milagros.